• Lunes 07 de julio de 2025

Trabajar por el mañana

Con un sector consolidado que hoy aporta el 6% del PBI nacional corresponde mirar hacia el futuro y empezar a trabajar por desarrollar nuevas potencialidades en la forestación uruguaya. Diversificar los productos de nuestro sector industrial, ahondar en los bonos de carbono e involucrarnos con el hidrógeno verde se presentan como oportunidades.

Por Lucía Basso, presidenta de la Sociedad de Productores Forestales del Uruguay

Desde hace tiempo, desde la Sociedad de Productores Forestales intentamos informar a la sociedad en su conjunto sobre lo que significa el sector forestal para el Uruguay, y considero que es algo fundamental para darle la dimensión que realmente tiene en la economía del país y el impacto que tiene en la vida de más de treinta mil personas que trabajan en él, sobre todo en el interior del territorio.

Nunca estará de más repetir que el desarrollo forestal en Uruguay ha crecido en forma sostenida en los últimos 30 años, alcanzando una superficie plantada de 1.100.000 hectáreas, aproximadamente, y ocupando tan solo un 6% del área total del país. En esta última década el sector siguió creciendo en forma exponencial, convirtiéndose en uno muy fuerte y consolidado. Este crecimiento dio lugar al desarrollo de más industrias, diferentes productos y actividades, diversificando así la economía y generando un derrame en las diferentes áreas de la misma. Entre otros aspectos, han sido fundamentales las inversiones extranjeras, tanto en la compra de tierras y ejecución de plantaciones que ya habían comenzado hace más de dos décadas, así como en esta última década con el desarrollo de la fase industrial. Además de las ya conocidas plantas de celulosa de UPM y Montes del Plata ‒con una producción de casi cinco millones de toneladas anuales‒, en los últimos tres años se han ido expandiendo las industrias de aserrado y debobinado.

Este gran desarrollo industrial de la última década lleva asociadas mejoras en infraestructura y logística, así como el aumento de mano de obra y puestos de trabajo. Todo esto bajo los más altos estándares internacionales de sostenibilidad donde, a través de los años, se ha logrado un altísimo grado de cumplimiento tanto en los aspectos sociales como ambientales.

En resumen, el desarrollo del sector forestal en esta última década ha sido clave para el crecimiento económico del país, llevándolo en 2024 a ser el primer sector exportador del país y aportando un 6% del PBI.

Es necesario desarrollar nuevas industrias en el sector forestal que ayuden a diversificar los bienes que hoy Uruguay exporta, generando innovación en productos que contribuyen a la descarbonización de la economía.

Todo esto es una realidad que es necesario recordar y darla a conocer cada vez más, pero en esta oportunidad me gustaría hacer énfasis en lo que el sector puede ser a futuro; en proyectarnos a lo posible, a lo que podemos soñar con ser al tener ya bases tan firmes.

Quiero destacar tres puntos que considero pueden ser parte del futuro forestal del país. El primero implica el seguir desarrollando el sector industrial de la forestación, con nuevas industrias que ayuden a diversificar los productos que hoy Uruguay exporta, generando innovación en bienes que contribuyen a la descarbonización de la economía. Para eso será necesario aumentar el área de plantaciones y así abastecer a quienes requieran de la materia prima.

Un segundo aspecto es la posibilidad de generar mayor cantidad de créditos de carbono a través de la captura de CO2 de las plantaciones forestales. Esto, sin duda, es una oportunidad para otros sectores de la economía. La forestación secuestra carbono y ayuda a mitigar los efectos del cambio climático. Hoy Uruguay netea todas las emisiones ‒excluido el metano‒ gracias al sector forestal, lo que implica que exista la posibilidad de generar más inversiones asociadas a esto que hoy no se está visualizando.

Por último, complementar la producción de hidrógeno verde con productos del bosque (CO2 + energía verde), ya sea como parte de su proceso de producción ‒aportando CO2 y/o energía verde en base a biomasa‒ o como usuario de esa energía en el transporte.

Existe la posibilidad de generar mayor cantidad de créditos de carbono a través de la captura de CO2 de las plantaciones forestales. Esto, sin duda, es una oportunidad para otros sectores de la economía.

Esta variedad de biomateriales está todavía en desarrollo; esperemos que de acá a unos pocos años ya se haya concretado el uso de la madera en la bioeconomía.

Pero todas estas posibilidades tienen algunos desafíos importantes. Como país debemos asegurar determinados aspectos que pueden perjudicar este desarrollo futuro. Entre esos retos se encuentran los cambios de reglas que desestimulan las inversiones, sobre todo a tan largo plazo como son las inversiones forestales. Además, se han ido acumulando regulaciones nacionales y departamentales que se superponen y suman complejidad a la hora de planificar y concretar las plantaciones. También existen demoras en los trámites en el Estado, tanto para el desarrollo de los bosques como para las industrias.

Por otra parte, tenemos el contrapeso a nivel país del atraso cambiario, así como el desafío de las mejoras en infraestructura y logística, como caminos departamentales y terminales portuarias.

Todos esto indica claramente que es necesario mejorar la competitividad del país.

El sector forestal se ha caracterizado por realizar mejora continua en toda la cadena de producción. Los forestales queremos seguir trabajando, creciendo, profesionalizando cada vez más nuestra actividad y, sobre todo, desarrollando nuevas actividades y productos que hagan crecer al país y su gente. La visión es posible y positiva; necesitamos del acuerdo y esfuerzo de todos los actores involucrados para lograrlo.

lunes 09 de septiembre de 2024