La génesis de la forestación

Quienes quieran desarrollar un proyecto forestal en Uruguay deben presentar un Plan Forestal, que exige cumplir con requisitos legales y presentar un trabajo profundo que abarca temáticas diversas.
Implementar un proyecto forestal no es asunto sencillo. El marco legal uruguayo está pensado para que todas las partes del proceso tengan los debidos controles y garantías, por lo que cada una de las empresas que quiere empezar a trabajar dentro de nuestro territorio debe cumplir con todos los requisitos.
Una etapa clave del proceso es la presentación del Plan Forestal frente a la Dirección Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama). Para llegar a la presentación de toda la documentación –y lograr los permisos correspondientes– debe pasar mucha agua bajo el puente: trabajo, investigación, relevamiento de datos, implementación de diferentes medidas de protección del medio ambiente y de cuidado de especies, entre otros aspectos.
Así lo explicó a Forestal el ingeniero agrónomo forestal Juan Cabris, quien es experto en Manejo y Ordenamiento Forestal dentro del Departamento de Producción Forestal de la Facultad de Agronomía.
«Si hay áreas de alto valor de conservación deberían identificarse a efectos de la certificación, así como incluir una vasta descripción de las características del terreno». Juan Cabris.
Según la información aportada por el docente, la vasta documentación que debe presentar el proyectista que se acerca a la Dirección Forestal incluye desde información administrativa –como el nombre del titular de la empresa, el del profesional firmante, el departamento donde se emplazará el proyecto, la sección judicial y policial– hasta una pormenorizada descripción de las actividades que se llevarán a cabo. Esta descripción abarca también la planificación de tareas, la proyección de los volúmenes de producción, la distribución de las especies en el terreno y las potencialidades y limitantes de cada sitio. Los avances tecnológicos también forman parte de la presentación de estos planes, ya que los mapas geo-referenciados y tomas aéreas de las diferentes regiones son moneda de uso corriente por parte de los proyectistas en los tiempos que corren.
Los diferentes avances a disposición de las empresas han agilizado los procesos de armado de los planes y también han hecho más transparentes los procesos para las autoridades.
ÁREAS Y TEMAS
El ingeniero agrónomo Néstor Moreira es el gerente de Planificación y Patrimonio de Weyerhaeuser Productos SA. En diálogo con Forestal, Moreira explicó que un Plan Forestal abarca diversas áreas: legal –la titularidad del predio debe estar certificada y se debe cumplir con la legislación vigente–, de información geográfica –aporta todo el soporte informático para la elaboración y ejecución del plan (elaboración de mapas, diseño de la plantación, etc.)–, agronómica y técnica –trata todos los factores que afectan el proceso productivo (biológico, físico, químico, económico, social y ambiental de suelos, y socioeconómico)–, ambiental –se tienen en cuenta todas las medidas para el cuidado del medio ambiente–; suelos –estudio de suelos aptos para forestación–, y socioeconómica.
Moreira dijo que un plan o proyecto forestal «tiene como objetivo pensar y dejar por escrito la forma en que se utilizarán los recursos involucrados para lograr un desarrollo sostenible, permitiendo la obtención de productos mediante un uso racional de los recursos naturales».
Pero no se trata de un mero trámite a cumplir frente a las autoridades. Implica la realización de trabajos técnicos en diferentes áreas, y si el plan es aprobado no solamente pueden comenzar las tareas, sino que se pueden obtener ciertas exoneraciones tributarias –si es que corresponde– y el proyecto se convierte en un documento que puede presentarse para la obtención de créditos bancarios.
Entre las diferentes etapas del plan, Moreira mencionó la elaboración y redacción del proyecto, la presentación del mismo ante la Dirección Forestal y/o Dinama, la aprobación del plan en caso de que no reciba observaciones.
«El rubro forestal demanda mano de obra en varias de las tareas durante la ejecución del proyecto, por lo tanto es fuente de trabajo para habitantes de centros poblados cercanos al predio». Néstor Moreira.
Evidentemente, la redacción del plan es una etapa que supone mucho trabajo para el proyectista. Incluye recabado de fotografías y fotografías aéreas, documentos notariales y muestras de suelo para análisis, de acuerdo a la enumeración realizada por Moreira. El experto dijo que el documento debe incluir todo lo relacionado con la descripción del establecimiento: ubicación y formas de acceso, superficie de los padrones, materiales geológicos, terreno, topografía, especies elegidas, procedencia de las plantas, etcétera.
ESTUDIO EXHAUSTIVO
Moreira dio su punto de vista sobre la elaboración de un Plan Forestal y lo que significa en el proceso de implementación de un proyecto como los que protagoniza la empresa en la que se desempeña. «El Plan Forestal pasa por rigurosos estudios en los distintos órganos competentes para obtener las autorizaciones correspondientes para su ejecución», afirmó el experto.
El nivel de detalle del proyecto requiere de un trabajo en profundidad antes de su presentación, según lo que se desprende de la información aportada tanto por Moreira como por Cabris. «El proyectista debe presentar, entre otros requisitos, cuál es la superficie efectiva de plantación, la que estará afectada a la forestación (la efectiva más cortafuegos, montes naturales y zonas de exclusión), e información sobre los suelos donde se instalará el bosque», enumeró Cabris. El docente universitario explicó que aspectos como las áreas que deben ser protegidas y la previsión de corredores biológicos –para no interrumpir la conectividad entre especies de la fauna– son aspectos relevantes del Plan Forestal. Y agregó: «Si hay áreas de alto valor de conservación deberían identificarse a efectos de la certificación, así como incluir una vasta descripción de las características del terreno».
Moreira explicó que «los aspectos sociales y ambientales son considerados desde la planificación del proyecto hasta la corta final. Es decir que siempre están en consideración». Agregó que desde el punto ambiental, se parte de la base de que el predio a forestar debe ser apto para esta actividad. Si el área es menor a 100 hectáreas, el proyecto no debe ser presentado en la Dinama. Si es mayor, es necesario describir las actividades que va a desarrollar, el impacto que las mismas van a tener y cómo tiene planificado contrarrestar esos posibles impactos. Cabris explicó que las medidas que se tomarán para contrarrestar el impacto deben abarcar tanto el proceso de plantación como el momento de la cosecha final.
La Dinama asigna a los proyectos las categorías A, B o C. La categoría A es la que corresponde a los proyectos que presentarán impactos ambientales negativos no significativos; la categoría B es para aquellos proyectos que pueden tener impactos ambientales significativos moderados, cuyos efectos pueden ser eliminados o minimizados; y la categoría C corresponde a los proyectos que pueden producir impactos ambientales negativos significativos, para los cuales se requiere un estudio de impacto ambiental completo.
Un Plan Forestal abarca diversas áreas: legal, de información geográfica, agronómica y técnica, ambiental, de estudio de suelos y socioeconómica.
En el comunicado del proyecto que se presenta a Dinama se describe el área de ejecución del proyecto con caracterización del medio receptor, es decir, medio físico, medio biológico, recursos hídricos y medio antrópico, detalló Moreira.
Se presenta una evaluación de los impactos del proyecto sobre suelos, recursos hídricos, ecosistemas de interés, fauna, flora, y sobre el paisaje. Para los impactos negativos o nocivos, se indican las medidas de prevención, mitigación o corrección previstas. En este comunicado también se considera el aspecto socioeconómico teniendo en cuenta la cercanía a centros poblados.
Todos los aspectos vinculados a la demanda de recursos humanos también forman parte del proyecto. «El rubro forestal demanda mano de obra en varias de las tareas durante la ejecución del proyecto, por lo tanto es fuente de trabajo para habitantes de centros poblados cercanos al predio», aseguró Moreira.
MANEJO SILVICULTURAL
La descripción del manejo con sus etapas y procesos también forma parte del plan a presentar. Para ello se puede utilizar el sistema de apoyo a la gestión desarrollado por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) para estimar volúmenes de producción, raleos, etcétera.
Moreira explicó que en el documento técnico de manejo «se detallan todos los trabajos para la plantación y los posteriores trabajos silviculturales».
Luego, debe incluirse un plan de prevención de incendios, y finalmente los anexos, que son los que incluyen planos, documentos notariales y análisis físico-químico de las muestras de suelo, entre otra documentación.
Cabris afirmó que la aprobación del plan no demora mucho: «En un par de meses debería estar aprobado, si no se trata de un proyecto que por su ubicación o contexto sea complicado». Los plazos dependen también de la acumulación de trabajo que pueda haber en las oficinas correspondientes, aunque Cabris destacó que, afortunadamente, los mecanismos están aceitados.
Moreira, por su parte, señaló que el trámite «no termina con la aprobación del proyecto forestal, ni en la Dirección Forestal, ni en la Dinama. En ambos organismos se deberá presentar información durante la ejecución del proyecto. A su vez, los organismos realizan revisiones de los proyectos e inspecciones a campo para comprobar el cumplimiento de lo establecido en el plan».
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