La certificación PEFC llega a Uruguay
Por Jimena Paseyro
Combatir la tala ilegal, dar trabajo en buenas condiciones, mantener los ecosistemas. Cada vez más, los clientes forestales miran más allá de la calidad del producto final y exigen conocer su historia. El mercado busca elementos que le demuestren que lo que compra es sustentable desde el punto de vista ambiental, económico y social. Después de años de intenso trabajo, la Sociedad de Productores Forestales (SPF) logró que Uruguay accediera a la reconocida certificación PEFC, que cumple con los requisitos de los destinos más exigentes.
Así, Uruguay se convierte en el tercer país de América Latina en acceder a este reconocido sello internacional, que asegura y certifica las buenas prácticas locales. Y es que clientes, organizaciones no gubernamentales e instituciones de todo el mundo exigen, cada vez con mayor firmeza, la certificación de todo producto que proviene del sector forestal. Esa etiqueta es una garantía, un aval que da fe de que la madera o el producto que se comercializa proviene de bosques correctamente gestionados.
Hasta 2011 Uruguay disponía de una única certificación de carácter internacional. Sin embargo, gracias a la iniciativa de diferentes instituciones y organizaciones vinculadas al sector, hoy se puede certificar la producción por el sistema PEFC. Este programa permite aplicar normas nacionales, que luego son validadas a escala internacional.
El gerente de la SPF, Edgardo Cardozo, la coordinadora del área Systems and Services Certification de la empresa certificadora SGS, Natalia Marius, y el director ejecutivo para América del Sur de Weyerhaeuser, Álvaro Molinari, conversaron con Forestal sobre este nuevo sistema de certificación.
La sustentabilidad de la actividad forestal es uno de los puntos que más debate y análisis ha generado en las dos últimas décadas en el sector a escala mundial. La presión social por extender la gestión responsable de los bosques en cada país, y el interés de los productores por mejorar la competitividad y el desarrollo del sector, han impulsado la creación de diversas normas internacionales. Estas normas se proponen asegurar la preservación del medio ambiente y del entorno social en el que operan.
El desarrollo que tuvo la actividad forestal en Uruguay en los últimos años trajo como consecuencia la necesidad de garantizar al resto del mundo la adecuada gestión de las plantaciones y posicionar al país como un productor responsable. A diciembre de 2011, más de 790.000 hectáreas cuentan con la certificación Forest Stewardship Council (FSC), reconocida y valorada internacionalmente.
El FSC es una organización no gubernamental independiente y sin fines de lucro fundada en 1993 para promover el manejo responsable de los bosques del mundo. Sin embargo, su carácter internacional la hace en algunos casos un tanto rígida, general y poco contemplativa con las particularidades de cada región o país.
«Hace algunos años se comenzó a pensar en la conveniencia de que cada país generara sus propias normas nacionales, para que se consideraran las particularidades que no son tenidas en cuenta por la FSC. Entonces apareció un organismo internacional que se llama PEFC, con representación de todos los países socios, que permite utilizar normas nacionales que luego son reconocidas por ellos», explicó a Forestal el ingeniero agrónomo Edgardo Cardozo, gerente de la Sociedad de Productores Forestales (SPF). Por lo tanto, esas normas locales «nunca se van a separar de los principios básicos que establecen que la forestación sea sustentable desde el punto de vista ambiental, económico y social», agregó.
El Programme for the Endorsement of Forest Certification (PEFC– Programa de Reconocimiento de Sistemas de Certificación Forestal) es una entidad no gubernamental, independiente, sin ánimo de lucro y de ámbito mundial, que promueve la gestión sostenible de los bosques para conseguir un equilibrio social, económico y medioambiental de los mismos. Consumir productos con el sello PEFC ayuda a combatir la tala ilegal y a fomentar las principales funciones que desempeñan los recursos forestales, como contribuir al mantenimiento de los ecosistemas y ser el sustento económico de muchas poblaciones rurales.
«PEFC se inicia considerando que los bosques en el mundo son todos diferentes y que las realidades de cada país son diferentes. Lo que plantea es que Uruguay tenga su norma y que demuestre la forma de realización participativa, y su aplicabilidad o validación para todo tipo de productores y en cualquier escala», explica la auditora líder FSC y PEFC y coordinadora del área Systems and Services Certification de la empresa certificadora SGS, Natalia Marius.
Desde 2011 este organismo cuenta con representación en el país a través de PEFC Uruguay, cuyo objetivo es velar por el correcto otorgamiento y cumplimiento de la normativa vigente. Este logro requirió de la voluntad y del trabajo en equipo de diversos profesionales vinculados al sector forestal, que durante seis años se dedicaron a preparar el terreno para la llegada de PEFC.
LA CREACIÓN DE LA UNIT 1152
En 2005, por iniciativa de UNIT y la SPF, se impulsó la creación de una normativa nacional de certificación que abarcara temas como medioambiente, suelos, mano de obra, relacionamiento con comunidades locales, entre otros. Esta propuesta se canalizó a través del Instituto Uruguayo de Normas Técnicas (UNIT), reconocido internacionalmente como entidad generadora de normas, que conformó un comité técnico integrado por la Facultad de Agronomía, la SPF, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, la Facultad de Ingeniería, ONG ambientalistas, la Dirección Forestal y la Asociación de Ingenieros Agrónomos, entre otras entidades. Fueron casi dos años de trabajo hasta llegar al consenso y la aprobación de la primera versión de la norma técnica.
En 2007 la SPF se presentó como representante nacional ante el PEFC, solicitando su reconocimiento como delegada del organismo en Uruguay. El proceso de reconocimiento fue exigente y requirió la creación de una entidad denominada PEFC Uruguay, distinta de la SPF. Esta entidad debía poder ser integrada tanto por productores socios de la SPF como por productores que no formaran parte de la gremial. Este requerimiento de PEFC internacional demuestra la seriedad de la certificación y del valor del sello PEFC en el mundo.
Para Marius, uno de los «aspectos más valiosos de este proceso es poder demostrar que cualquier productor y de cualquier tamaño, puede aplicar y certificar bajo UNIT 1152 localmente. Y quien certifique UNIT 1152, ahora podrá demostrar que sus productos son también PEFC». Por su parte, Cardozo indica que «desde 2011 Uruguay es miembro de pleno derecho de PEFC, lo que le permite participar de la asamblea anual del organismo». «Podemos participar en las votaciones y discusiones de norma, formar parte de la cocina de PEFC internacional», agregó.
UNA CERTIFICACIÓN ATRACTIVA
Uruguay se convirtió en el tercer país de América Latina en disponer de la certificación PEFC, después de Brasil y Chile, y actualmente son tres las empresas que están finalizando el proceso certificador. En Uruguay, SGS es por el momento la única entidad acreditada para otorgar el sello PEFC.
Hasta hoy más de 250.000 hectáreas, correspondientes a las empresas Weyerhaeuser, UPM – Forestal Oriental (FO) y Sierras Calmas, lograron la certificación PEFC en el país.
En cuanto al tiempo que le lleva a una empresa obtener el sello PEFC, Marius señala que «esto depende mucho del estado o situación de la propia empresa». Y lo explica: «La mayoría cuentan con certificaciones FSC implementadas desde hace varios años, por lo que la norma UNIT 1152 no les implica mayores complejidades. Es un proceso de recolección de datos, información e implementación de algunos indicadores específicos. El promedio en el proceso de implementación, siempre dependiendo de la escala de la empresa, es de unos seis meses».
El procedimiento no parece complejo, pero ¿qué beneficios reporta la obtención del sello PEFC a las empresas? En este sentido, el gerente de la SPF afirma que «fundamentalmente le aporta mayores posibilidades de competitividad en el mercado exterior». También existe un beneficio de tipo social, porque eso le garantiza a la sociedad que «la empresa está haciendo las cosas bien desde el punto de vista ambiental y social», sostiene Cardozo.
«No solo la empresa dice que no le hace daño al medioambiente, hay un tercero que lo certifica y da garantía de eso. Cada día más, el comercio mundial de productos forestales de bosques no certificados se ve más limitado. Uruguay, como país, está haciendo las cosas bien, dado que está aplicando normas que apuntan a cuidar los bosques, y esto nos permite tener un futuro promisorio en el comercio internacional», concluye el gerente de la SPF.
Si bien por el momento son tres las empresas que se interesaron en obtener este sello, la auditora de SGS sostiene que existe interés en el tema por parte de otras que ya han solicitado información. «Esto se debe a que los certificados con reconocimiento PEFC permiten que sus productos, a través de una cadena de custodia, sean reconocidos en el mercado europeo y en América del Norte como similares a los sistemas que ellos tienen. Por eso, pienso que para el 2012 esta certificación va a ser muy demandada en Uruguay», opina.
LA EXPERIENCIA DE UN PIONERO
La empresa Weyerhaeuser fue una de las tres primeras en iniciar el proceso de certificación PEFC, junto con Sierras Calmas y UPM – FO. Actualmente están aguardando recibir el informe final de la auditoria de cadena de custodia en planta, y el certificado para el manejo forestal y la cadena de custodia. El director ejecutivo para América del Sur de Weyerhaeuser, el ingeniero Álvaro Molinari, sostiene que «es parte de la estrategia y la visión de la empresa tener sus operaciones certificadas bajo normas internacionales que garanticen un manejo sustentable de la actividad».
«Nosotros tenemos parte de nuestros activos forestales certificados por FSC y contamos con cadena de custodia FSC en nuestra planta de tableros. Sin embargo, en PEFC vimos una buena oportunidad de tener más de una alternativa de certificación, así como también de tener mayor amplitud de penetración en los mercados globales», agrega Molinari.
El ingeniero considera que toda certificación ayuda a profesionalizar las distintas actividades de producción, y genera confianza y credibilidad en el sector y en el país. «En cuanto a exigencias del proceso de certificación, estábamos bien preparados dado que nuestra empresa ya contaba con un Sistema de Gestión Ambiental integrado. Pero PEFC nos ayudó a validar y certificar la forma en que operamos, dándonos y dándoles todas las garantías a los stakeholders de un manejo sustentable», explica.
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