Inteligencia artificial: el bosque se digitaliza

La inteligencia artificial llegó para transformarlo todo, desde procesos cotidianos hasta operaciones industriales complejas. El sector forestal no es la excepción: monitoreos satelitales, predicciones, control de plagas y cálculos automatizados de volúmenes de madera son solo algunas de las posibilidades latentes. En Uruguay, la adopción de esta tecnología avanza, aunque todavía con desafíos. La clave: atender lo académico y lo productivo con una mirada a largo plazo.
En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) dejó de ser una promesa lejana para convertirse en una herramienta que dice presente en nuestra vida cotidiana, que avanza a gran velocidad y redefine lo posible. Hoy es un instrumento concreto que transforma industrias, agiliza procesos y abre nuevas oportunidades. El sector forestal no se mantiene al margen de esta revolución. La IA comienza a rediseñar sus dinámicas productivas, ambientales y logísticas, marcando el inicio de una nueva etapa para el rubro.
Aunque la tecnología avanza cada vez más rápido ‒de hecho, nunca el ritmo fue tan ágil ni los cambios se dieron con tanta celeridad‒ los procesos de adopción de estas nuevas herramientas en las empresas pueden tomar algo más de tiempo.
“La inteligencia artificial evoluciona tan rápido que las empresas no siempre logran seguirle el paso porque el ritmo es realmente sorprendente. Las tecnologías quedan obsoletas con facilidad y, a nivel empresarial, no se pueden cambiar los patrones tan rápidamente, pero hay que intentarlo”, explica el Gerente de Innovación y Tecnología en la empresa de soluciones informáticas Ingenieros Consultores Asociados, Pablo Rebufello.

“Hay sectores que usan más la IA y otros menos, pero todos se ven beneficiados y se van a ver más beneficiados aún de cara al futuro. El sector forestal es uno más de estos rubros y, por eso, hay que esforzarse en introducir estas nuevas tecnologías”, asegura el ingeniero. Según Rebufello, todo indica que, en los próximos años, la IA avanzará hacia tecnologías más potentes, con inducciones más sencillas para las empresas y sus colaboradores, lo que permitirá mejorar el ritmo de adopción de nuevas herramientas.
DE LOS PRIMEROS PASOS A LA EXPANSIÓN
Si bien la IA apareció en el sector forestal de forma experimental en la década del noventa, su uso sistemático se asentó a partir de los años 2000. Como en todos los rubros, sin embargo, el impulso verdaderamente importante se dio en la última década.
En Uruguay, uno de los hitos fundacionales en el uso de inteligencia artificial aplicada al sector forestal fue el conteo automático de copas de árboles utilizan do imágenes capturadas mediante drones. Rebufello recuerda que se empezó a explorar esa tecnología en el año 2015. Sin embargo, no fue hasta 2018 que se logró obtener beneficios directos en la producción. “Hoy podemos ‘dibujar’ árboles en 100 mil hectáreas en pocos minutos. Antes eso se hacía a mano. La mejora en productividad es enorme”, explica.
Este tipo de tareas se ejecutan con redes neuronales profundas, una de las tecnologías más sofisticadas dentro del universo de la IA. Las redes neuronales son un modelo computacional inspirado en el cerebro humano, diseñado para reconocer patrones y realizar tareas complejas a partir de datos.
Gracias a este modelo de redes neuronales, las aplicaciones y usos en el sector forestal se multiplica ron: se logró la estimación de volúmenes de madera, predicciones de biomasa, cálculo de índices de sitio e incluso detección remota de hormigueros, que luego pueden ser controlados por drones, también utilizando IA. Rebufello señala que esto se traduce en mayor eficiencia y menores costos.
EL PRESENTE URUGUAYO
¿Cuánto de este potencial se está aplicando realmente en el sector forestal uruguayo? A nivel local el uso de la IA viene aumentando de manera progresiva. Actualmente, está presente en el moni toreo de incendios forestales dentro del operativo que lidera la Sociedad de Productores Forestales. Este sistema utiliza cámaras inteligentes capaces de detectar focos al identificar cambios lumínicos, variaciones de temperatura y la presencia de humo. “Estas cámaras disponen de IA para poder emitir las alertas o avisos de incendio, sin que tenga que haber un humano mirando la cámara todo el tiempo”, aclara el experto.
Además del control de incendios, la IA en Uruguay se utiliza para el cálculo de masa forestal, la realización de inventarios automatizados y la optimización del riego inteligente. Sin embargo, el camino no está exento de desafíos.

“Estamos mejor que antes, pero todavía hay restricciones y vamos un poco lento, según mi opinión personal”, advierte Rebufello. “Deberíamos acelerar la incorporación de es tas tecnologías, aunque eso requiera realizar esfuerzos. Hay mucho potencial para mejorar la eficiencia del manejo forestal, generar alertas, hacer predicciones y hasta implementar soluciones que hoy no existen, por eso vale la pena invertir en esto”.
Uno de los principales desafíos identificado es el rezago académico en la formación de recursos humanos, que repercute en la falta de especialistas en la materia. “Actualmente, la IA no está integrada de forma natural en los programas educativos, de la forma que debería. Lo ideal sería que se incorporara con más fuerza desde etapas tempranas”, desarrolla Rebufello.
Para ilustrar este punto, el ingeniero establece un paralelismo con la adopción de las computadoras: “Hoy nadie duda de usar una computadora en el trabajo; la IA debería estar al mismo nivel para que no sea un conocimiento que se adquiere externa o posteriormente a la educación formal, porque eso retrasa la incorporación del conocimiento”, propone.
Esa falta de profesionales capacitados específicamente en temáticas de inteligencia artificial obliga muchas veces a las empresas e instituciones a buscar talento en el exterior o a formar nuevos equipos, lo que ralentiza los procesos de adopción de nuevas herramientas.
EL DEBATE SOBRE EL EMPLEO
Es innegable que el avance de la IA despierta inquietudes en torno al empleo. ¿Se sustituirán trabajadores por máquinas?
¿Desaparecerán puestos tradicionales? ¿La IA reemplazará completamente a los empleados? Estas interrogantes forman parte del debate cotidiano tanto en el sector forestal como en muchísimos otros.
Para Rebufello, la situación presenta una perspectiva clara y alentadora: “La adopción de la IA y su avance va a potenciar todo. Va a sustituir algunas tareas, sí, pero va a generar muchas otras que serán nuevas para las personas. Es como cuando empezamos a usar calculadoras: dejamos de hacer cuentas a mano, sí, pero no dejamos de hacer cuentas; hicimos más cuentas que nunca”.
La clave está en aprender a usar la IA como una herramienta para ampliar capacidades. “No tenemos que competir con la IA, tenemos que estar por encima de ella”, asegura el especialista. En ese sentido, explica que es contraproducente intentar rivalizar con una IA que ‘dibuja’ árboles para intentar ‘dibujarlos’ a mano. En cambio, se debe aprovechar el tiempo y recursos liberados para enfocarse en tareas más creativas, analíticas e intuitivas, mientras la IA se utiliza para agilizar procesos rutinarios, potenciarlos y mejorarlos.
Para ello no es necesario que la mayoría de los usuarios entienda cómo funciona una red neuronal. “Lo importante es saber qué puede hacer la IA, no cómo está construida”, resume Rebufello, quien está convencido de que todos los trabajadores, independientemente de su rol, pueden obtener beneficios del uso de esta tecnología.
APLICACIONES ACTUALES Y POTENCIALES
Como señalábamos, hoy la inteligencia artificial en el sector forestal permite hacer cosas que, hasta hace un tiempo, eran impensables: predecir volúmenes de cosecha, optimizar rutas de transporte, sincronizar maquinaria pesada, organizar puntos de acopio y detectar inconsistencias en los procesos. Sin embargo, es esperable que ocurra un avance significativo en materia de robótica: vehículos autónomos, plantaciones automatizadas, laboreos dirigidos desde una computadora, entre otros.

“Todo eso va a llegar. Por eso, hay que planearlo desde ahora”, afirma el especialista. Para arribar a esa realidad de la mejor forma posible es vital que las empresas recopilen grandes cantidades de datos, incluso si todavía no saben qué uso les darán. “Los modelos de IA necesitan una gran cantidad de datos para entrenarse. De hecho, hay modelos esperando datos para ser entrenados. Y no se consigue toda esa información en dos o tres meses. Relevar datos desde ahora es clave”, subraya Rebufello.
La conectividad es otro de los desafíos vitales para la implementación de inteligencia artificial, especialmente en entornos rurales. Si bien muchos modelos aún dependen de la nube para procesar datos, los avances en hardware están permitiendo que ciertas soluciones se ejecuten de forma local, incluso en dispositivos de pequeño porte, sin requerir conexión constante. Esta evolución tecnológica abre una puerta valiosa para ampliar el uso de IA en zonas con baja conectividad, como ocurre en buena parte del territorio forestal.
Con la expansión de la IA, también aparecen nuevos riesgos en materia de ciberseguridad. El uso de estas tecnologías para fines maliciosos ‒como ciberataques o manipulación de datos‒ es una realidad que no debe ignorarse, por lo que el diseño de sistemas robustos y seguros es un componente indispensable del futuro.
En ese camino, la articulación entre empresas, academia, Estado y organizaciones de investigación es fundamental. “Ningún actor puede hacerlo solo. Por eso, todas las entidades involucradas tienen que alinearse para potenciar el uso seguro de la IA”, enfatiza Rebufello.
UNA OPORTUNIDAD DE FUTURO
Pese a los desafíos el balance es positivo, señala el especialista. La inteligencia artificial no solo está transformando la forma de producir en el sector forestal: está ampliando sus fronteras. Lo que antes parecía imposible ‒como monitorear miles de hectáreas en tiempo real, o hacer predicciones precisas sin pisar el campo‒ hoy es viable gracias a estas herramientas, y los horizontes son prometedores.
“Hay conciencia del impacto de la IA en el sector. Quienes toman decisiones entienden que hay que incluirla de forma segura y efectiva, y trabajan para que así sea”, explica Rebufello, “El futuro va a traer más soluciones, menos costos y mayores beneficios”.
La revolución ya comenzó. Lo que sigue dependerá de la voluntad de acelerar, aprender y cooperar para que la inteligencia artificial empuje la innovación en el sector.
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