“El cambio climático nos está impactando fuerte y los desafíos son mayores”
Después de 25 años en el sector privado, el ingeniero agrónomo Alejandro González Torres asumió en julio como director del sistema forestal del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria ‒INIA‒. Estas son las prioridades de investigación para el quinquenio 2026-2030.
Tras más de dos décadas en el sector privado, el Ing. Agr. Alejandro González Torres conoce de primera mano los retos que enfrentan los productores forestales. Ahora, desde la dirección del sistema forestal del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria ‒INIA‒, lidera un equipo de investigadores con la misión de encontrar respuestas a desafíos que van desde enfermedades emergentes hasta los impactos del cambio climático en una industria de largo aliento.
El INIA trabaja con planes quinquenales y durante 2025 se delinearon las prioridades para los seis sistemas de producción y las áreas transversales del instituto. El proceso fue participativo e incluyó instancias con actores de la academia; del sector gremial empresarial; del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y su Dirección General Forestal; y de técnicos de referencia. Así fueron surgiendo y jerarquizándose las distintas temáticas que ahora marcarán el rumbo de la investigación forestal.

Las líneas priorizadas se concentran en dos grandes áreas: el aumento sostenible de la productividad y la sostenibilidad del sistema de producción, con especial énfasis en ambiente y cambio climático. “Era una cosa que yo, que vengo del sector privado, sabía que iba a ser priorizada”, afirma González Torres sobre el eje ambiental.
Todo esto en un contexto en el que el INIA, que desde su origen recibe aportes del sector privado a través de impuestos y del Estado, tiene su presupuesto en discusión parlamentaria. González Torres, quien asumió hace apenas unos meses, ya plantea desafíos de mediano plazo para el sistema forestal: “Ojalá en el próximo quinquenio tengamos la posibilidad de aumentar al menos un investigador. Quizás suene un poco atrevido que lo diga cuando acabo de asumir, pero uno de ocho es bastante”. Actualmente el equipo está conformado por ocho profesionales: dos trabajan en sanidad, dos en mejoramiento genético, dos en manejo y silvicultura, uno en sostenibilidad y teledetección, y González Torres como director.
‒¿Qué líneas de trabajo va a priorizar el INIA en este período?
‒El INIA trabaja con planes quinquenales y en este 2025 se delinearon los planes quinquenales 20262030 para los seis sistemas de producción y las distintas áreas transversales que tiene el instituto. En ese proceso se hicieron tres talleres con grupos distintos: de la academia, del sector –en nuestro caso de la Sociedad de Productores Forestales–, actores del ministerio, de la Dirección Forestal, técnicos de referencia, Sociedad Uruguaya de Silvopastoreo, etc. Así van surgiendo distintas temáticas y se van priorizando. ¿Cómo sigue esto? Pues, la presentación de proyectos por parte de nuestros investigadores tendrá que atender las líneas que fueron priorizadas.
‒¿Y cuáles son esas líneas?
‒Básicamente son dos áreas temáticas. Por un lado el aumento de la productividad, y por otro lado la sostenibilidad del sistema de producción, todo lo vinculado a ambiente y cambio climático.
‒¿En qué consisten?
‒Dentro del aumento sostenible de la productividad surgen tres grandes temas. Uno relacionado a las estrategias de monitoreo y control de plagas y enfermedades. Como toda producción, en el caso de los bosques forestales, si no tenés una buena sanidad, estás en problemas. Y como toda especie que no es nativa, que es exótica, llega un punto en el que tu área plantada es tal que te van apareciendo plagas. Que tampoco son nativas, las plagas son del mismo lugar de origen que la especie. Después, las oportunidades para el desarrollo de herramientas informáticas, que ocupa a todas las áreas. La teledetección, por ejemplo, es una herramienta interesante que permite que tú con un dron seas capaz de contar las copas de los árboles, o que ‒por las tonalidades de la hoja‒ seas capaz de inferir si tenés algún ataque de alguna plaga y en qué nivel. Y el tercer aspecto, dentro de esa primera parte de aumento sostenible de la productividad, es el soporte y alternativas de producción forestal adaptada a la zona sureste de Uruguay ‒básicamente Lavalleja, Maldonado, Rocha; el sureste forestal‒. La especie que se plantó por muchos años allí, hoy ya no se puede plantar más porque no logró adaptarse al ataque de una enfermedad en particular, una enfermedad foliar que se da por un hongo. Esa especie es el Eucalyptus globulus, muy demandada a nivel internacional por la calidad de la madera. Hay una alternativa, el Eucalyptus smithii, que si bien tiene un muy buen crecimiento y una excelente calidad de la madera (acabamos de mostrar estos resultados en una jornada de difusión el 6 de noviembre donde participaron todas las empresas del sector), está teniendo algunos problemas de adaptación (muerte súbita). Entonces nos planteamos seguir investigando allí cuáles son los factores que hacen que un porcentaje de los árboles no sobrevivan.

‒¿Cómo se articula su trabajo con los privados?
‒Fue desde el sector que plantearon al INIA este problema, la necesidad de investigar cuáles pueden ser el o los factores que estén explicando este fenómeno. ¿Es del suelo? ¿Es exceso o déficit hídrico? ¿Es de la raíz? Y en base a eso, INIA ha desarrollado un par de proyectos de investigación. También estudiamos la calidad de la madera, y los resultados muestran que la de E. smithii es tan buena como la de E. globulus, entonces compartimos esa información con el resto del sector.
‒¿Cuáles son las prioridades vinculadas a la sostenibilidad ambiental?
‒Cuando vos hacés una producción, cualquiera sea esta, producís un impacto en el ambiente. Algunos de esos impactos son positivos, otros son negativos, pero es importante tenerlos cuantificados. Sobre todo los negativos, para saber cuál es la o las herramientas agronómicas para poder revertirlos (que de hecho existen). Allí surgen tres temas dentro de ese grupo de sostenibilidad: maximizar el conocimiento sobre los cambios físicos y químicos en el suelo después de rotaciones sucesivas de plantaciones forestales —acidificación, por ejemplo—; lo mismo, pero para la parte hídrica; y, por último, qué ocurre si querés descontinuar la producción forestal. La forma que tenés para responder a eso es hacer experimentación, en este caso de campo. A modo de ejemplo, en uno de los campos experimentales de Tacuarembó donde había bosques se está cosechando. Allí se van a hacer distintos tratamientos de residuos forestales (corteza, hojas, ramas, etc.) como hilerado, triturado, etc. A su vez eso lo vamos a cruzar con distintos tratamientos de pasturas (gramíneas leguminosas, banco de semillas ya existente). Este proyecto ya fue aprobado por INIA.
‒Hay un tema que atraviesa los otros que mencionó, que es el cambio climático. ¿Es algo que surgió como preocupación? ¿Está dentro de las prioridades?
‒Sí. El cambio climático, de alguna manera, se une con cuestiones relacionadas a la fisiología de los vegetales y también a la sanidad. l cambio climático, creo que en todos los sectores, incluido el forestal, nos está impactando fuerte. Por ejemplo, la variabilidad de las lluvias: de repente, en un año te llueve más o menos lo mismo que siempre, pero con una distribución muy distinta a lo que era antes. O las temperaturas, que son más extremas y demás. Hace poco tuvimos un taller de mejoramiento genético donde volvió a salir este tema, y un colega comentó que la ganancia que ha tenido la empresa con el mejoramiento en la última década ‒con mejores materiales clonales o una mejor silvicultura, ser más preciso en cuánto fertilizante agregar‒ en realidad no se está viendo reflejada por este tema.
‒Pero les ha permitido balancear la pérdida que hubiesen tenido.
‒Sí, sobre todo con la genética, con especies tolerantes. Y la tecnología también porque alguna variable te puede mejorar. Por ejemplo, si necesitás hacer un riego en verano, que es muy poco frecuente en el sector forestal, y ese riego lo hacés con algún gel que evite que el agua se desparrame y quede concentrada contra la planta es mucho mejor. Pero básicamente las líneas para trabajar allí son materiales genéticos mejor adaptados. En periodos de exceso hídrico, cuando tenés mucha humedad, los árboles son más propensos a tener alguna enfermedad, algún hongo o alguna bacteria. Si tenés algún material genético (alguna especie, clon o híbrido) que pudiera adaptarse mejor a esas condiciones habría que investigarlo.
En cuanto a sostenibilidad ambiental, el INIA busca maximizar el conocimiento sobre los cambios físicos y químicos en el suelo y en materia hídrica después de rotaciones sucesivas de plantaciones forestales. También investigar qué sucede al descontinuar la producción forestal.
‒Al ser una industria de procesos tan lentos, ¿es difícil adaptarse a estos cambios?
‒En una producción forestal, que en Uruguay de mínima son 10 años y de máxima 25, la probabilidad de que te venga uno o dos años de seca es alta; y cada vez es más alta. Entonces los desafíos son mayores. Y el otro punto, yendo en línea con lo que estabas planteando, es que en cualquier mejora que tú logres capturar, sea genética o silvícola, la respuesta definitiva a eso la vas a ver 10, 15, 20, 25 años después. Te cuesta carísimo un error. Pero por la generación de conocimientos que ha habido de INIA, de la universidad y también del sector privado como tal, errores grandes diría que en los últimos 15 años no ha habido. El sector está muy maduro y con conocimientos científicos y técnicos muy consolidados.
‒Hay un tema que suele surgir en entrevistas del sector y es la productividad relacionada a la competitividad. Entonces estas amenazas, como el cambio climático, tienen un impacto directo, ¿verdad?
‒Exacto, porque tú tenés que asegurar la sostenibilidad ambiental, sí, pero también tenés que asegurar tu sostenibilidad productiva, porque básicamente vivís de ello. Si producís y en vez de ganar dinero perdés dinero, estás en problemas serios. No se está perdiendo productividad, pero tampoco se está ganando, o por lo menos no se está ganando todo lo que se podría ganar si solo tuviéramos presentes los avances en conocimientos de genética o de silvicultura. Como decía, el cambio climático es un desafío grande.










