Ciudades más verdes y saludables

En el marco del Día Internacional de los Bosques, la FAO insta a invertir en bosques urbanos para luchar contra la contaminación, el cambio climático y la escasez de agua.
Invertir en zonas verdes puede ayudar a transformar las ciudades en lugares más sostenibles, resilientes, saludables, equitativos y agradables donde vivir, aseguró la FAO en la conmemoración del Día Internacional de los Bosques el pasado 21 de marzo.
Si se planifican y administran bien, las ciudades pueden ser lugares estupendos donde residir, pero muchas veces la expansión urbanística provoca daños ambientales que, en última instancia, conducen a problemas como el aumento de las temperaturas, inundaciones y contaminación del aire. El coste para los residentes es un deterioro de su bienestar.
Los costes para el planeta incluyen el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como la degradación de suelos y vías fluviales, según denuncia Unasylva, la publicación forestal de la FAO, cuyo último número está dedicado a la silvicultura urbana con ocasión del Día Internacional de los Bosques.
“Los bosques y árboles bien gestionados dentro y alrededor de las ciudades proporcionan hábitats, alimentos y protección para muchas plantas y animales, ayudando a mantener y aumentar la biodiversidad”, señaló el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.
Las ciudades necesitan bosques y árboles
Más de la mitad de la población mundial vive ahora en ciudades, y para 2050 ese porcentaje alcanzará casi el 70 por ciento. Aunque las ciudades ocupan solo el 3 por ciento de la superficie terrestre, consumen el 78 por ciento de la energía y emiten el 60 por ciento del dióxido de carbono.
Las zonas forestales, bosques y árboles en una ciudad y a sus alrededores realizan una amplia gama de funciones vitales, como almacenar carbono, eliminar contaminantes del aire, ayudar a obtener seguridad alimentaria, energía y agua, restaurar los suelos degradados y prevenir la sequía y las inundaciones. En una ciudad de tamaño medio, los árboles urbanos pueden -por ejemplo-, reducir la pérdida de suelo en alrededor de 10 000 toneladas al año.
Al ofrecer sombra y enfriar el aire, los árboles y bosques urbanos pueden reducir las temperaturas extremas y mitigar los efectos del cambio climático. De hecho, árboles colocados adecuadamente alrededor de los edificios pueden reducir las necesidades de aire acondicionado en un 30 por ciento. En climas fríos, al proteger las casas del viento, pueden ayudar a ahorrar la energía utilizada para la calefacción entre un 20 y 50 por ciento.
Los bosques urbanos y periurbanos permiten aumentar la resiliencia y calidad de las cuencas hidrográficas y las reservas de agua al evitar la erosión, limitar la evapotranspiración y filtrar los contaminantes. Y plantar árboles frutales en las calles puede incrementar la disponibilidad de alimentos dentro de las ciudades.
Fuente: FAO.