Abejas, insectos imprescindibles
Por Jimena Paseyro
El síndrome de desaparición de abejas se registró primero en Estados Unidos, donde desde 1900 hasta ahora se perdió el 50% de las colmenas. En Europa, el problema ya significó la pérdida de entre el 25% y el 30% de las colmenas en los últimos 50 años. En Uruguay, las cifras son similares, 28% por año según un estudio realizado entre 2013 y 2014. Entre otras consecuencias para la biodiversidad y el medioambiente, la progresiva desaparición de las abejas constituye un riesgo para la seguridad alimentaria a largo plazo. La pregunta es ¿por qué desaparecen las colmenas? ¿A dónde van las abejas y cómo podemos preservarlas? Forestal dialogó con Karina Antúnez, doctora en Biología e investigadora del Departamento de Microbiología del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, para conocer la realidad de Uruguay sobre este problema.
En agosto de 2013 la portada de Time, una de las revistas más prestigiosas del mundo, interpelaba al mundo con la pregunta: «¿Cómo sería un mundo sin abejas?» Y hablaba del precio que pagaremos todos si no descubrimos qué las está matando. ¿Por qué una publicación de temas de actualidad pondría en tapa un tema como este? Al fin y al cabo, hablaba de muertes de insectos. ¿Por qué habría de importarnos esto? Los biólogos del mundo probablemente no se vieron sorprendidos, pero gobiernos y sectores vinculados a la agricultura comenzaron a notar que la salud de las abejas también es asunto de ellos.
–En el hemisferio norte, la pérdida de colmenas se convirtió en un tema de agenda para el sector apícola y los gobiernos. En Uruguay también se constataron pérdidas de colmenas en los últimos años, ¿en qué situación está el país respecto a este problema?
–Al principio se pensaba que esto estaba ocurriendo solo en el hemisferio norte, pero cuando empezamos a estudiar qué pasaba en América Latina vimos que había grandes episodios de pérdidas de colmenas. En nuestro país también, incluso con porcentajes similares a los que vemos en Estados Unidos y Europa. Hicimos un estudio llamado Honeybee colony losses in Uruguay during 2013–2014*1 en el que evaluamos la cantidad de colmenas que se perdían anualmente en el país. El dato al que llegamos es que se perdían cerca de un 30% de colmenas al año. El trabajo lo realizamos junto a expertos de Estados Unidos y la metodología empleada para cuantificar las pérdidas fue la misma que la utilizada por ellos, por lo cual los datos entre ambos países son comparables. La diferencia es que acá los apicultores trabajan para reponer las colmenas, lo cual implica más inversión.
Las abejas son sumamente importantes para nuestra vida y desarrollan una tarea muy importante en el medioambiente.
–¿Por qué es importante la existencia y preservación de las abejas?
–Las abejas son sumamente importantes para nuestra vida y desarrollan una tarea muy importante en el medioambiente. Son los principales insectos encargados de la polinización y eso es esencial para la producción de alimentos, la diversidad biológica y la manutención de ambientes amenazados. La polinización permite la reproducción de las plantas, lo que da lugar a la producción de frutos y de semillas. Es incalculable el valor de la abeja melífera. Hay otras especies de abejas, muchas son solitarias, que también desarrollan beneficios importantes.
–La pérdida de colmenas, ¿podría afectar la producción de alimentos en el mundo?
–La polinización es esencial para los cultivos. Gran parte de los alimentos que consumimos cada día se ven favorecidos directa o indirectamente por la polinización que realizan las abejas. Además de la importancia que tienen por la propia producción de miel, jalea real, propóleo y polen. Estos diversos productos que nos ofrecen son utilizados desde la antigüedad con fines medicinales, industriales y alimenticios.
–¿Cómo es el proceso de pérdida de una colmena?
–Pueden darse diferentes escenarios. Uno es que las abejas se enfermen y no vuelvan a la colmena, se pierdan en el campo y se mueran. La colmena se va achicando, y en algunos casos se queda la reina con unas pocas abejas adultas y nodrizas, que luego se terminan muriendo. Otras veces ha pasado que apicultores van a ver sus colmenas y se encuentran con que no queda nada, se fue toda la colmena. Una vez que empieza, el proceso de pérdida de la colmena es irreversible.
«Las abejas son los principales insectos encargados de la polinización y eso es esencial para la producción de alimentos, la diversidad biológica y la manutención de ambientes amenazados». Karina Antúnez, investigadora.
–¿Qué provoca que las abejas abandonen la colmena?
–Este tema se empezó a estudiar más a fondo en 2005, y luego de una década de investigación se logró saber que son muchos los factores que afectan a las colmenas, aunque hay tres principales. Uno de ellos es la presencia de diferentes patógenos que afectan la salud de las abejas, como es el caso de bacterias, virus, protozoarios y hongos, entre otros. Hay muchas especies de patógenos que son enfermedades, pero el principal problema es que se conjugan con otros factores. Si bien estos patógenos existen hace tiempo, a veces se da que hay muchas colmenas en un mismo lugar, lo cual facilita el contagio de las enfermedades. Otra causa es la desnutrición, que favorece directamente el desarrollo de patógenos. En ocasiones las abejas están en plantaciones de monocultivos y se nutren de una sola especie vegetal, no adquieren todas las vitaminas y proteínas necesarias para que su sistema inmune esté fuerte. Eso hace que tengamos abejas con un sistema inmune debilitado y que se enfrentan a muchos patógenos. Por último, otro factor importante que incide en la pérdida de colmenas es la presencia de pesticidas. Cada vez más las abejas se tienen que enfrentar a diferentes agroquímicos que afectan su salud. En Uruguay y en otros países se ha visto que hay una mortalidad directa vinculada a agroquímicos. Aun en dosis muy pequeñas debilita su sistema inmune, favoreciendo que los patógenos se multipliquen.
«Una vez que empieza, el proceso de pérdida de la colmena es irreversible». Karina Antúnez, investigadora.
–Según el estudio realizado en Uruguay, el país produce 12 mil toneladas de miel al año (Digegra- MGAP, 2016). Cerca del 95% es exportado a Estados Unidos, Alemania, España y otros países de Europa. ¿Cómo incide la pérdida de colmenas en el sector apícola uruguayo?
–Actualmente en Uruguay hay unas 580 mil colmenas y el número de apicultores es cercano a los 2.900. Hace unos años hubo un boom de la apicultura y el número de productores aumentó, pero con todos estos problemas empezó a disminuir. Ahora hay menos apicultores con más colmenas, y están más preparados porque se fueron profesionalizando. Si bien el número global de colmenas no disminuyó, el cuidado y la inversión que deben hacer para mantenerlas en buen estado son mayores.
–¿La calidad de la miel se ve afectada por este problema?
–En realidad, la calidad no se ve muy afectada, pero sí la cantidad porque si tenemos una colmena que está débil no produce tanta miel. Los patógenos que afectan a las abejas solo afectan a las abejas, si nosotros comemos miel de esas abejas no va a afectar nuestra salud. No obstante, los agroquímicos sí pasan a la miel. El glifosato es uno de los agroquímicos que se utilizan en nuestro país y afecta la vida de las abejas. Incluso en bajas dosis se ha visto que el glifosato es tóxico para las abejas, afecta su fisiología y debilita su sistema inmune.
–¿Qué medidas se pueden tomar para evitar los factores de riesgo que afectan la salud de las abejas?
–Lo ideal es que las colmenas estén en un entorno natural donde haya diversidad. En varios estudios que hemos hecho, las abejas que se nutren de polen de origen diverso tienen un sistema inmune más fuerte y se defienden mejor de los patógenos. Cuanta más diversidad de polen haya en el ambiente, más sanas serán las abejas. En este sentido, creo que lo importante es lograr llegar a acuerdos de convivencia de diferentes tipos de producción. Entiendo el punto de vista de otros productores que pueden tener algún patógeno que le hace daño a su producción y aplican ciertos agroquímicos para controlarlos, pero hay que tener en cuenta a la apicultura también. Por ejemplo, es importante no aplicar productos sin avisar previamente, porque la muerte de las abejas va a afectar también a la agricultura. Ese es un punto difícil.
–Más de la mitad de los productores encuestados en 2014 para el estudio sobre pérdida de colmenas en Uruguay dijo haber trasladado sus colmenas a montes de eucalipto. ¿Qué beneficios tiene la forestación para la preservación de las abejas?
–El tema de las plantaciones de eucalipto tiene sus pros y sus contras en relación a la apicultura. Es una práctica habitual de los apicultores llevar las colmenas a plantaciones de eucalipto, que florece desfasada del resto de las floraciones. Los apicultores trasladan las colmenas en febrero, cuando la temporada productiva en otras zonas del país terminó, y así logran producir miel hasta abril o mayo que es cuando florece el eucalipto. Esas colmenas van a producir mucho más miel que otras colmenas que están en otro lado durante esos meses. La clave está en trasladarlas a su lugar de origen nuevamente a tiempo. Si es así, la colmena se puede reponer. Pero cuando permanecen en las plantaciones forestales durante el invierno se ven los efectos nutricionales en la abeja. Ahí está el manejo del apicultor.
–¿Qué líneas de investigación están desarrollando desde la academia y la ciencia para paliar este problema?
–Hay muchos investigadores de diversas disciplinas trabajando juntos en temas vinculados a la apicultura. Existen varios proyectos de colaboración con facultades de la Universidad de la República y con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Ahora estamos trabajando en dos proyectos importantes que están siendo dirigidos desde el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable. Uno está enfocado en mejorar la nutrición de las abejas como forma de mejorar la salud. El otro proyecto consiste en desarrollar un probiótico –microorganismo que al ser administrado en el huésped genera un beneficio– para las abejas. Durante muchos años trabajamos en los patógenos y ahora estamos tratando de mejorar la salud.
Sinergia latina. En noviembre de 2016 tuvo lugar en Colonia, Uruguay, el primer encuentro de investigadores latinoamericanos con el objetivo de generar una red para el estudio de las abejas. Asistieron 50 investigadores provenientes de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú, Bolivia, México, Costa Rica y Uruguay, quienes resolvieron crear la Sociedad Latinoamericana de Investigación en Abejas, de la cual la Dra. Karina Antúnez es uno de los dos coordinadores. El principal propósito de la sociedad es generar información sobre el estado de las abejas en Latinoamérica y diseñar estrategias para mejorar su salud. También busca generar herramientas que permitan más horizontalidad entre los diferentes grupos de investigadores de los países con el objetivo de desarrollar investigación donde todavía no hay, como es el caso de Bolivia o Perú. A su vez, a raíz de la preocupación iniciada en el hemisferio norte por la pérdida de colmenas, se creó la ONG internacional Coloss (Prevention of honey bee COlony LOSSes), de la cual Uruguay forma parte junto a otros 95 países, y Antúnez es la coordinadora para América del Sur.
*1 Antúnez, K., Invernizzi, C.; Mendoza, Y., et al. Apidologie (2016). Participaron del estudio: Departamento de Microbiología, Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable; Sección Etología, Facultad de Ciencias, Universidad de la República; Sección Apicultura, Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria; Departamento de Entomología, Universidad de Maryland.
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