Más que madera, más que trabajo

Joaquín Castro apostó a la industria forestal hace 25 años y la vio transformarse de un sector incipiente dentro del panorama agropecuario uruguayo al principal rubro exportador del país. Esas décadas de camino recorrido, en las que se ha dedicado mayoritariamente a trabajar en aspectos de seguridad y salud laboral, lo hacen valorar el impacto humano que tiene la actividad forestal en el desarrollo del interior del país.
Por Alejandra Pintos
Cuando Joaquín Castro se incorporó a Colombade ‒que, luego, pasaría a convertirse en Lumin‒ la industria forestal “estaba recién empezando a tener un segundo impulso”, según recuerda. Corría el año 2000 y la superficie forestada no estaba ni cerca del millón de hectáreas actuales; la empresa, además, tenía solo dos años de formada. Pero el recientemente recibido técnico en Gestión Agropecuaria veía potencial en el sector, así como en el proyecto. Y, por qué negarlo, también influía el aspecto familiar: su novia ‒y actual esposa‒ era de Tacuarembó y Castro había estudiado durante tres años en el departamento.
En ese momento, el decreto 372/999, que regula las condiciones de trabajo en materia de seguridad, higiene y salud ocupacional en el sector forestal, recién había sido aprobado (en noviembre de 1999) y había mucho por hacerse. Era una “apuesta”, como lo define Castro.
“En este proyecto veía la posibilidad de desarrollo de mi carrera, que no la veía en el sector agrícola-ganadero, donde tuve un pasaje de dos años. Además, era un proyecto nuevo y como todo lo nuevo, tiene su encanto. En aquel momento todavía no se hablaba de la industria como tal; se trataba más de desarrollos forestales puntuales o de desarrollo de bosques. Eso, luego, cambió”, recuerda.
La apuesta dio sus frutos. Hoy, hace 25 años que es parte del equipo de Lumin y un orgulloso forestal.
Castro creció junto a la empresa. Comenzó como supervisor forestal “instalando plantaciones, ejecutando actividades silvícolas, de laboreo, de plantación, de poda, de raleo; trabajo de campo”, narra. Actualmente se desempeña como jefe de Seguridad, Salud, Medio Ambiente e Incendio, pero estuvo en el germen de la “estructura documental, de auditoría y de equipos” que sentaron las bases para hacer el trabajo en el que hoy se desempeña.

TERRENO FÉRTIL
“Hubo todo un trabajo de implementación del decreto de 1999. Desde salir a poner mosquiteros y verificar que los metros cuadrados cumplieran con lo que figura en el decreto a comprobar la calidad del agua”, explica. El ámbito de acción fue amplio. “Pudimos vivir todo el proceso del desarrollo del vivero, de las plantaciones y del área industrial. En esos primeros años estuve muy vinculado a la instalación de las plantaciones, trabajé en equipos donde desarrollamos las políticas de seguridad y salud, también el sistema de gestión en el que adoptamos la norma ISO 14001 [enfocada en la implementación de un Sistema de Gestión Ambiental]. Hoy lidero ese sistema”.
El proceso de profesionalización que desde su propia experiencia narra Castro también se vivió en paralelo en todo el sector. A hoy, han pasado 56 años desde que se aprobó la primera Ley Forestal en Uruguay y 37 desde que se aprobara su segunda versión; y este terreno fértil vio crecer a una industria que ya se convirtió en el primer rubro exportador del país este 2024.
“Siempre sentí orgullo de decir: ‘Trabajo en un sector en el cual realmente cuidamos a la gente, nos preocupamos por las condiciones de trabajo’. Soy de Montevideo, mi familia también es de Montevideo y no está vinculada a la actividad agropecuaria. Y existe ese imaginario de que el que trabaja en el campo no lo hace en buenas condiciones. Pero si mirás, el sector forestal es líder. En el año 2000 ya teníamos médico laboral; se hacían las historias clínicas; una vez por año venía un médico a darnos charlas. Trabajamos en un sector en el cual realmente que la gente esté bien es importante”, resalta.
De 2004 a 2011, Castro trabajó en el área industrial del negocio, donde se especializó en el procesamiento mecánico de la madera. Esta experiencia le permitió conocer de cerca los riesgos de los diferentes roles (por ejemplo, el trabajo en altura) y los mecanismos de seguridad que permiten que las labores puedan desarrollarse previniendo accidentes. Así, pues, en el año 2011 volvió al área forestal de la empresa para liderar el área de seguridad y salud, pero ya con una base de conocimiento en construcción e industria.
Siguiendo en paralelo al crecimiento del sector y de la empresa, Castro continuó formándose y profesionalizándose para asumir mayores responsabilidades. Estudió Gestión Ambiental en la Universidad de Montevideo y Administración de Empresas en la escuela de negocios IEEM, y se certificó tanto en Seguridad y Salud como en Gestión Ambiental Sostenible en SGS Uru guay. Además, se especializó en el combate y control de incendios forestales, conocimiento que es clave para el rol en el que se desempeña actualmente.
DURO EPISODIO
En los últimos días de diciembre de 2021 y los primeros días de 2022, Castro, como jefe de Seguridad, Salud, Medio Ambiente e Incendio, vivió uno de los momentos más estresantes de su carrera. Tras tres años de sequía y olas de calor ‒dos factores que combinados son muy peligrosos‒ Uruguay vivió los peores incendios forestales de su historia. Unas 25.101 hectáreas, según datos de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, fueron arrasadas por el fuego, debido a dos focos de gran magnitud en los departamentos de Río Negro y Paysandú.
Así lo recuerda Castro: “Cuando vos hablás de un incendio, para nosotros es nuestra fuente de trabajo. Una plantación de 20 años que se prende fuego es mucho más que un incendio. Se quema mucho: es esfuerzo, es historia vinculada a los trabajadores. Entonces el estrés, por supuesto, siempre está. A mí particularmente lo que me pasa es que uno confía en el sistema y en lo que planificó. En que la detección va a estar, va a ser a tiempo, en que vamos a llegar con las herramientas que tenemos, con los equipos que tenemos para combatir el foco”.
“Siempre sentí orgullo de decir: ‘Trabajo en un sector en el cual realmente cuidamos a la gente, nos preocupamos por las condiciones de trabajo’.
El gran incendio de 2021, dice Castro, “nos abrió los ojos en cuanto a que la posibilidad existe y es real”. Antes de aquel episodio ya existía un sistema instalado de torres con observadores que coordinaba con una central de operaciones, donde, además, existían avionetas de detección y helicópteros de combate.
Sin embargo, el operativo actual, gestionado por la Sociedad de Productores Forestales, tiene un sistema de prevención y combate con tres helicópteros, aviones y un sistema de detección con cámaras inteligentes las 24 horas del día, donde antes había observadores. Además, se tiene una central unificada que atiende a todo el país, ubicada en Durazno. “Tenemos que estar preparados y entrenados para los incendios, con las herramientas en condiciones para, cuando toque el momento, llegar y poder combatirlos en tiempo y forma. Uno ve el gran incendio, pero tiene que mirar el resto, todos los otros humos, todos los otros focos que se pudieron combatir”.
ABANICO DE LABORES
Castro cuenta que en verano se pone en “modo incendio” y que, durante los meses de calor, esta es su mayor preocupación. Pasa los días mirando informes, repasando las herramientas de combate del fuego, recorriendo los bosques. Este aspecto le da cierta estacionalidad a su trabajo, que durante el resto del año está atravesado principalmente por el área de seguridad ocupacional. “Después, tengo otro rol que es el de la gestión de la certificación. Eso implica mu cho trabajo de oficina: hay que planificar auditorías y monitoreos, hay muchas actividades de coordinación”.
Un rol tan heterogéneo como el de Castro requiere versatilidad y una apertura a adaptarse a diferentes situaciones, desde combatir un incendio o instalar nuevos protocolos de seguridad hasta gestionar las auditorías. Y el profesional suma algo más: el contacto con la comunidad.
“Otro diferencial que tiene el sector forestal”, dice, “es el trabajo con las comunidades: es un modelo que no se ve en otros rubros y otras industrias, y tiene que ver con ese vínculo que tenemos con las comunidades principalmente rurales. Cuidamos a la gente, generamos oportunidades de desarrollo que ayudan a descentralizar. Tenemos dos millones de uruguayos que viven entre Montevideo y Canelones, y la gente lo ve como un problema. Montevideo crece y no hay oportunidades en el resto del país. Justamente, el sistema forestal lo que hace es generar oportunidades concretas y reales en los lugares donde estamos”, concluye.
Al mirar hacia atrás, Joaquín Castro ve más que un sector forestal consolidado o una empresa en expansión; percibe un camino de crecimiento propio y colectivo. Con la mirada puesta en el futuro, reafirma su compromiso con un rubro que hoy es fundamental para el desarrollo del país y que, al igual que sus bosques, sigue creciendo con raíces sólidas.
