• Jueves 28 de marzo de 2024

Con los cimientos en el patrimonio, educación para el futuro

El primer Instituto Tecnológico Regional de los tres proyectados por la Universidad Tecnológica ya comenzó a funcionar. Ubicado en el predio del ex Frigorífico Anglo en Fray Bentos, el instituto se construyó como un buque insignia de un nuevo modelo educativo, adaptado a la demanda del mercado laboral y a la oferta educativa ya existente en el entorno. Forestal dialogó al respecto con el doctor en Medicina y Ciencias Rodolfo Silveira, consejero delegado de la Universidad Tecnológica.

–¿Cómo surgió, como parte del proceso de la Universidad Tecnológica (UTEC), la creación del Instituto Tecnológico Regional Suroeste?

–La planificación estratégica de UTEC, e incluso su ley de creación, establece que la presencia física de la misma en el interior se concreta a través de los Institutos Tecnológicos Regionales (ITR). Son los lugares donde se ubican las facilidades “pesadas”, en lo que refiere a equipamiento, investigación, etcétera. Nuestras carreras surgen fundamentalmente de la demanda que, cuando hicimos el primer relevamiento, fue explorada en cada región a través de una consulta muy profunda, con autoridades políticas en cuanto al empleo, fuerzas sociales. Por otro lado, al brindar una formación basada en competencias en los distintos territorios, también fue relevante el mapa regional del Congreso Nacional de Intendentes. Fue así que decidimos instalarnos en tres regiones: Centro-Sur, Norte y Suroeste. Empezamos por esta última zona, donde hay presencia de UTU pero no de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU).

La flexibilidad y la adaptación de la oferta educativa a la realidad del mercado y al futuro son claves para el éxito de este modelo pedagógico. Es por eso que se pueden modificar los programas o suspender una carrera si el mercado se ve saturado.

Seguiremos por la región Centro-Sur, que abarca Paso de los Toros, Durazno, Florida y Flores, donde no hay oferta universitaria. Las obras para esta sede, que estará en la ciudad de Durazno, comenzaron en abril de este año, y se espera que terminen para 2017. Finalmente, será el turno de la región Norte, en Rivera, donde hay un campus multifuncional compartido por Udelar, UTU y Formación Docente, y nosotros llegaríamos para completar la oferta ya existente. Además, la UTEC tiene actividades o carreras que están fuera de los ITR, como las dos carreras de Lechería en Nueva Helvecia y Colonia Valdense o la Licenciatura de Análisis Alimentario en Paysandú.

–¿Qué características tienen la región y el enclave de ITR Suroeste?

–Está en Fray Bentos, dentro del ex Frigorífico Anglo, que fue recientemente declarado Patrimonio Histórico Cultural de la Humanidad por la Unesco. Tiene algo de simbólico, porque allí empezó la revolución industrial en el Río de la Plata. Hoy estamos tratando de implementar la primera universidad pública tecnológica en el mismo lugar donde hace 200 años se incorporó alta tecnología en el Uruguay.

La idea tuvo fuerte apoyo de muchos actores locales, con el objetivo de que fuera un instituto ejemplar. En cuanto a la región, es eminentemente productiva. Más allá de que se producen commodities, también hay muchísimo valor agregado. En la forestación, por ejemplo, hace 20 años no se plantaba como hoy y tampoco existían las plantas de celulosa, que están muy cercanas ambas. En ese sentido, las carreras están vinculadas, justamente, a algunas de esas necesidades.

–¿Cuál es la carrera que ya comenzó a funcionar en ITR Suroeste y cuáles son las proyectadas?

–La que está en marcha es Tecnólogo en Mecatrónica. Es una carrera muy vinculada a aspectos

agrotecnológicos y agropecuarios, mezcla de mecánica, electrónica e informática. En el sector agropecuario, la mayoría de la maquinaria es sofisticada y buena parte de los procesos de producción son robotizados.

Para 2017 tenemos previsto abrir dos carreras más. Una es Ingeniería Biomédica, en la que se especializan en garantía y control de calidad de equipos médicos y también en su fabricación. Es una disciplina que en Uruguay no existe, pero que claramente es una necesidad. La otra es la Tecnicatura en Tecnologías de la Información, que actualmente funciona en Durazno y se va a replicar en este instituto.

–¿Para cuántos estudiantes tendrá capacidad el instituto?

–Entre 1.500 y 2.000 estudiantes. El año que viene serán aproximadamente 350 estudiantes. No queremos crecer masivamente, estamos tratando de hacerlo ordenadamente, porque en esto hay mucho de ensayo y error. Es una manera nueva de encarar la enseñanza, muy vinculada a la práctica, en la que los estudiantes deben acercarse a la resolución de problemas. Eso obliga a que haya docentes capacitados no solo para dar una clase magistral, sino también para trabajar junto a los estudiantes en la resolución de problemas y la elaboración de proyectos.

–¿Cuáles son las características de este modelo educativo?

–Nuestro modelo pedagógico está basado mucho más en el aprendizaje que en la enseñanza. Tiene un gran componente tecnológico. Tenemos una plataforma educativa que es absolutamente digital, donde el estudiante puede desde inscribirse hasta rendir exámenes. Hay muchas actividades semipresenciales. Otro aspecto interesante es que todos los estudiantes de todas las carreras tecnológicas tienen inglés como parte de su formación curricular y obtienen una certificación internacional. Desde el punto de vista institucional, la UTEC tiene en su visión y misión trabajar mucho en su territorio, muy vinculado a la gente y a las características de la región. Es por esto que en Mercedes proyectamos la carrera de Tecnólogo en Música. Se preguntarán qué tiene que ver un tecnólogo en música con una universidad tecnológica. La carrera surge porque en Mercedes hay un movimiento cultural muy fuerte que se llama Jazz a la calle, que tiene necesidad de formación. Nosotros entendemos que arte y tecnología cada vez están más cerca y no son opuestos.

Silveira destacó la importancia de la participación de empresas de las diferentes zonas en las que se emplazan los institutos, a la hora de orientar la demanda del mercado laboral y también al participar en la formación.

–¿Cómo se trabaja con los docentes para atraerlos a este nuevo enfoque?

–Tenemos tres tipos de docentes. Los docentes de alta dedicación, que son de UTEC, se formaron en un sistema educativo distinto. Por ejemplo, en este modelo en lugar de materias hay unidades curriculares, donde se pretende que la enseñanza sea integrada. Entonces trabajamos con los docentes en un proceso de inducción, los formamos para que conozcan la metodología. Tenemos un convenio con Finlandia para actividades de “formación de formadores”. Es un proceso de construcción. No se hace de un día para el otro.

El segundo tipo son los docentes externos, personas que están vinculados al área productiva pero no tienen experiencia ni título en la docencia. Puede ser, por ejemplo, el gerente de una empresa agropecuaria de alto porte, que transmite lo que sucede en la vida real con la aplicación de la teoría. Esto nos ha dado muchísimo resultado.

Y el tercero son los docentes de baja dedicación, o que llamamos también docentes de inicio. Son docentes que ingresan con baja dedicación horaria y se van incorporando de a poco al nuevo modelo pedagógico.

Entre 2013 y 2014 se realizaron los relevamientos y diagnósticos por parte de la UTEC en todo el país para analizar la oferta y demanda de formación terciaria y definir ubicación y perfil de los institutos.

–Usted visitó Finlandia y vinieron a Uruguay docentes de ese país. ¿Cuáles son los aspectos del modelo finlandés aplicables aquí?

–Acá se habla mucho del modelo finlandés como algo novedoso. Pero se trata de un modelo que funciona en Finlandia: hay que estudiarlo y adaptarlo a otra realidad, trabajar mucho. No se trata de replicarlo. El modelo finlandés tiene más de 30 años de vigencia y se basa en su revisión permanente. Está muy vinculado a algo que muchas veces se descuida en Uruguay, que es el futuro. Ellos tienen en el Parlamento una Comisión de Futuro. Allí se preguntan: ¿Cómo va a estar el mundo dentro de 20 años, cuando la gente que hoy formamos se inserte en el sector productivo? Esa comisión parlamentaria le proporciona insumos importantes al sistema educativo para ver por dónde va la cosa. Sobre esa base, se modifican los programas educativos sin ningún problema, son mucho más pragmáticos que nosotros.

Lo otro interesante es que trabajan como un sistema único integrado, desde el preescolar hasta que terminan los cursos de postgrado. Monitorean permanentemente el mundo del trabajo, para ver dónde están insertos esos egresados y qué éxito han tenido, para medir de alguna manera si esa formación en la que tanto se invirtió se le devuelve al país en calidad de trabajo, en calidad de vida de la gente, en mejoras sociales.

Lo otro que trabajan los finlandeses es el concepto de innovación. En un mundo donde la tecnología y el conocimiento cambian con gran velocidad, hay que tener estudiantes con cabezas muy abiertas, muy desafiantes, que asuman riesgos, e incluso que fracasen en sus proyectos. Acá el fracaso se castiga. En Finlandia se premia, de alguna manera, porque se valora el intento, el camino recorrido y cómo se empezó.

Un aspecto destacable del modelo tiene que ver con su funcionamiento como un “verdadero sistema”, afirma Silveira. Sostiene que de esa manera la educación fluye y no se fragmenta.

–¿Qué expectativas tienen del impacto de esta sede en el mercado laboral?

–Hay una serie de indicadores y metas que monitoreamos año a año. En algunas áreas, como la informática, el desempleo es prácticamente cero, por lo que esperamos incrementar el número de personas que se formen y puedan ingresar rápidamente al mercado laboral. Por otro lado, pretendemos mejorar las posibilidades de trabajo que tienen personas ya formadas en UTU, mejorar su capacitación, darles continuidad educativa y, de esa manera, mejorar la calidad del trabajo. Tenemos claro que si saturamos el mercado con determinado perfil, la carrera puede interrumpirse momentáneamente. Y también sabemos que si una  carrera queda desactualizada por los cambios en la realidad, habrá que armar una currícula nueva o cambiar las características de esa formación. Lo otro que se monitorea en forma permanente es la empleabilidad. La gente adquiere una serie de competencias al egresar, y debería estar trabajando en determinadas cosas.

–¿Cuál es el costo del emprendimiento y las fuentes de financiamiento?

–El instituto es un centro de unos 3.500 metros cuadrados edificados, cuyo costo de infraestructura es de 5,5 millones de dólares y el de equipamiento algo más de dos millones de dólares. Hemos recibido un fuerte apoyo de UPM para esto, que contribuyó con cuatro millones de dólares. Por otro lado, contamos con una donación de China de 3,5 millones de dólares en equipamiento, de los cuales casi dos millones de dólares son para los laboratorios de Mecatrónica. Y también trabajamos con un apoyo del BID en lo que hace al diseño institucional.

La formación que se busca en estos institutos de UTEC está basada en competencias, donde los estudiantes adquieren conocimientos que se adaptan a los problemas del mundo del trabajo.

–¿Cuál será el impacto del ajuste económico anunciado por el gobierno en el proyecto UTEC?

–La partida adicional de 100 millones de pesos que nos van a diferir para el siguiente año, no nos afecta en el funcionamiento de 2017. Pero somos realistas, si eso se prolonga en 2018 y vuelven a diferir la partida, se va a comprometer este proyecto educativo. Todas las veces que fuimos al Parlamento lo discutimos con el equipo económico. Educación de calidad sin dinero es imposible de hacer. No es un tema de porcentaje, si es 5% o 6%. Es un tema de si tenemos o no los recursos financieros necesarios para un proyecto educativo de excelencia.

Arquitectura patrimonial. Ubicada en una parte del predio del ex Frigorífico Anglo, terreno cedido en comodato por la intendencia de Río Negro, la primera sede propia de la UTEC tendrá una superficie aproximada de 3.500 metros cuadrados. El diseño edilicio partió de un concurso público auspiciado por la Intendencia de Río Negro y con el patrocinio de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay. En junio de 2014, un jurado especializado eligió la propuesta de los arquitectos Alejandro Dibarboure, Virginia Ruiz Mirazo, Ingrid Grauert e Inés Llorente, que integra algunas edificaciones ya existentes. Según informa la UTEC, a través de declaraciones de Dibarboure, “los materiales utilizados y el aspecto del edificio tienen un lenguaje arquitectónico acorde al entorno en el que está ubicado”. En el concurso se destacaba la necesidad de respetar el actual patrimonio edilicio, industrial y paisajístico de la zona, además de contemplar las tradiciones que tiene el barrio, que fue declarado  recientemente Patrimonio Histórico Cultural de la Humanidad por la Unesco.

Equipo bilateral. El intercambio con universidades tecnológicas finlandesas tendrá una continuidad en diversas actividades. Una de ellas, que se realizará en octubre de este año, es la Innovation Week. Rodolfo Silveira explica que se trata de una semana intensiva en la cual docentes y estudiantes uruguayos se reúnen con pares de universidades tecnológicas del interior de Finlandia, junto con profesionales de formación más tradicional, para resolver un problema relacionado a su área de capacitación. Silveira señala: “Es un trabajo multidisciplinario, un ejercicio de aprendizaje en el que se practican las habilidades para innovar y trabajar sobre un conocimiento preestablecido, al cual hay que realizarle una mejora”.

Descargar versión PDF
lunes 01 de agosto de 2016