Una apuesta a la sinergia
Por Jimena PaseyroLa producción complementaria es una alternativa que atrajo el interés de ganaderos y apicultores, quienes vieron en los bosques una oportunidad para aprovechar las ventajas de una posible sinergia con los forestales. Por su parte, el gobierno ha dado claras muestras de apoyo a este modelo y es uno de sus principales promotores. El objetivo: sumar cada vez más productores a este sistema.
«Una producción complementaria, no competitiva, con sistemas productivos que sean más biodiversos y mejor integrados». De esta forma el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Tabaré Aguerre, explicaba en diciembre de 2012 su visión de la forestación, en el marco de la presentación del programa Plantaciones de nueva generación; una propuesta para Uruguay. En dicha oportunidad instó a los productores agrícolas y ganaderos a integrar la forestación a su producción, para beneficiarse de su sombra en verano, su abrigo en invierno, y de su retorno económico a mediano y largo plazo.
Este tipo de producción, impulsada desde el MGAP, ya es una realidad en varios campos forestados del país y las experiencias, hasta el momento, demuestran el éxito de la complementariedad.
«Hicimos un experimento con repetición en dos años y vimos que la respuesta de los animales que tenían acceso a sombra versus los que no la tenían –siempre pastoreando en campo natural– era casi de 200 gramos: de 450 o 500 gramos pasaban a 600 y 700. Realmente existe un impacto positivo en los animales al facilitarles el acceso a la sombra en verano». Ingeniero agrónomo Álvaro Simeone, Ph. D en Nutrición Animal y profesor investigador de la Facultad de Agronomía de la UdelaR.
LOS RESULTADOS HABLAN POR SÍ SOLOS
«Existen evidencias científicas que sugieren que el aporte permanente de abrigo y sombra en invierno y verano, respectivamente, podría mejorar la performance animal en predios ganaderos. Esto podría constituir un efecto benéfico adicional de la incorporación de la forestación en un predio ganadero, además de su contribución per se al margen bruto de la empresa», asegura el consultor en producción ganadera, Ph. D en Nutrición Animal y profesor investigador de la Facultad de Agronomía de la UdelaR, Álvaro Simeone, en el estudio ¿Ganadería y forestación: competitividad o complementariedad?, publicado en 2012 en el Sitio Argentino de Producción Animal.
Consultado por Forestal, Simeone explica el punto de partida de la investigación desarrollada. Cuenta que «en vez de ver el crecimiento de las distintas actividades –agricultura y forestación– como una amenaza para la ganadería, pensamos cómo podíamos aprovechar esa situación y generar sinergias».
Así, intentaron convertir debilidades en fortalezas. «En el caso de la forestación tenemos un problema de performance en verano, entonces nos cuestionamos si el acceso a la sombra tendría algún efecto positivo en el pastoreo del animal. Hicimos un experimento con repetición en dos años y vimos que la respuesta de los animales que tenían acceso a sombra versus los que no la tenían –siempre pastoreando en campo natural– era casi de 200 gramos: de 450 o 500 gramos pasaban a 600 y 700 gramos diarios. Realmente existe un impacto positivo en los animales al facilitarles el acceso a la sombra en verano».
Simeone trabaja desde 2007 como consultor para la empresa UPM Forestal Oriental y lleva adelante un proyecto que tiene como objetivo evaluar el potencial de la ganadería asociada a la forestación en áreas no sembradas, insertas en las plantaciones forestales. «En ese contexto, evaluamos el impacto del manejo de diferentes categorías que conviene colocar e intentamos responder la pregunta: ¿el acceso a sombra tiene un efecto benéfico sobre la performance animal en relación a animales que no tienen sombra?»
Para responder a esa pregunta experimentaron con terneras y vaquillonas, y aplicaron «un diseño estadístico y una metodología muy sofisticada. En ambas categorías tuvimos respuestas positivas; por el hecho de acceder a sombra proporcionada por las plantaciones forestales, los animales obtuvieron un 40% más de ganancia», relata.
A su vez, también estudiaron el efecto benéfico del abrigo para los animales durante el invierno. «Sin embargo, la respuesta no fue tan positiva como en el caso del verano. Tenemos que seguir investigando», afirma Simeone.
UN APRENDIZAJE CONJUNTO
Roberto Benia, socio de Benia y Arocena, contó a Forestal su experiencia como productor ganadero. Desde la década del 90 cría ganado en campos forestados. Con 20 años de desarrollo en este rubro, está convencido de que «la producción complementaria es favorable para ambas partes».
«Para la forestación también es positivo porque siempre hay un porcentaje de tierra que no está plantada, pero que es importante mantener bajo control. La presencia de ganado en esas zonas mantiene el pasto bajo, minimizando el riesgo de propagación de incendios. Además, colabora con el equilibrio vegetativo del tapiz y la diversidad de las especies». Roberto Benia, socio de Benia y Arocena.
Benia relató a Forestal su historia. «En el año 1993 vendimos un campo que teníamos en Río Negro y cuando lo compró UPM Foresta Oriental nos cedieron el campo en pastoreo hasta tanto comenzaran con las plantaciones. Luego, cuando empezaron a plantar, alambramos las zonas de desperdicio para los forestales y seguimos con la ganadería complementaria. Manteníamos áreas de pastoreo fuera de los montes y aprovechábamos los desperdicios de los bajos y los caminos. Era el momento de aprender juntos acerca de la complementariedad de los recursos. Este año se cumplen 20 años del comienzo con esta experiencia».
Actualmente el productor desarrolla esta actividad en campos de Río Negro y Paysandú, en una extensión total de unas 1.000 hectáreas. Además de los beneficios ya mencionados para el ganado –contar con abrigo en invierno y sombra en verano–, Benia apunta que existe un mejor aprovechamiento de la pastura. «Para la forestación también es positivo porque siempre hay un porcentaje de tierra que no está plantada, pero que es importante mantener bajo control. La presencia de ganado en esas zonas mantiene el pasto bajo, minimizando el riesgo de propagación de incendios. Además, colabora con el equilibrio vegetativo del tapiz y la diversidad de las especies».
LOS DESAFÍOS DE LA COMPLEMENTARIEDAD
Según Simeone, el principal desafío para lograr la expansión de este tipo de producción en Uruguay es «capacitar al gaucho que está acostumbrado a trabajar a campo abierto, porque en los campos forestados el manejo del ganado cambia. Los animales pueden irse a los montes y el recuento del ganado se hace mucho más complejo». Para ello se debe contar con cierta infraestructura dentro de los montes, explica. «Son los llamados encierros en los que se puede ir juntando el ganado de a poco. A su vez, es necesario pensar en la posibilidad de la complementariedad desde el momento del diseño de una plantación forestal, que no sea ‘planto y después veo cómo coloco el ganado’».
Simeone entiende que «existe un amplio margen para seguir creciendo en estos aspectos, sobre todo en lo que tiene que ver con el know how y con el logro de una mayor eficiencia en el aprovechamiento del terreno». «Los grandes pilares de la agropecuaria nacional no solamente no son competitivos entre sí sino que son complementarios», concluye.
En el mismo sentido, Benia opina que para optimizar la producción es preciso prever este tipo de producción desde el inicio. «Lo más frecuente en Uruguay es que se optimice la producción forestal y luego se coloque el ganado en el terreno remanente. En muchos casos no se piensa como una producción combinada desde el origen. En la medida que conozcamos más, que nos afiancemos en nuestras experiencias y que podamos utilizar indicadores, vamos a generar procesos y alianzas más sólidas que van a agregar valor. La complementariedad es algo que vino para quedarse».
LA APICULTURA APUESTA POR EL MONTE
«Desde que comenzó la forestación de eucaliptos en nuestra zona, se vio como otra fuente de néctar y polen de mucha importancia. El eucalipto, y especialmente el grandis, pasó a ser el segundo pico de entrada de néctar más importante después del que se da en el monte natural», señala a Forestal el apicultor y dirigente de la Sociedad Apícola Regional de Young, Leonardo Olivera.
La miel de eucalipto «tiene buen sabor y no es muy oscura, cristaliza muy rápido y, a pesar de que muchas veces se cree que una miel cristalizada tiene alguna adulteración, es una señal de que no se hizo ningún proceso para retardarla o anularla, es una miel producida en un ambiente casi libre de contaminantes», agregó Olivera.
«Desde que comenzó la forestación de eucaliptos en nuestra zona, se vio como otra fuente de néctar y polen de mucha importancia. El eucalipto, y especialmente el grandis, pasó a ser el segundo pico de entrada de néctar más importante después del que se da en el monte natural». Leonardo Olivera, Sociedad Apícola Regional de Young.
En este contexto, el dirigente de la Sociedad Apícola Regional de Young asegura que «la forestación y la apicultura se llevan muy bien». Y lo explica: «Con la polinización, la abeja aporta a la existencia y conservación de los corredores biológicos, nido de muchas especies animales y vegetales. La abeja genera muchos más beneficios a terceros que al propio apicultor. Y el apicultor aprovecha ese potencial de la forestación para producir miel».
Al momento de producir miel en campos forestados se deben considerar algunos cuidados específicos vinculados al manejo de la colmena: trasladar, siempre que sea posible, las mejores colmenas con reinas nuevas, buena población, mucha cría y con buena sanidad, especialmente las libres de varroa, y observar cómo se desarrolla la floración. Y respecto al ambiente y el manejo del apicultor, Olivera indica que «se debe ser muy prolijo y cuidadoso para prevenir cualquier tipo de inconveniente o incendio, mantener ordenado y limpio el apiario y su entorno, no dejar ningún tipo de desecho y, por supuesto, cumplir con la reglamentación de la empresa forestadora».
A los cuidados específicos que se deben contemplar al desarrollar esta actividad, Olivera agrega que «producir miel en los montes significa mucha más dedicación y atención del apicultor para sus colmenas, así como un notable aumento de los costos, siendo el combustible el de mayor impacto».
A su vez, explica que todo apicultor que aspire a vivir de esta actividad, aparte de tener el número de colmenas que considere suficiente y a menos que esté en zonas muy privilegiadas, tiene que convertirse en trashumante «y la forestación de eucaliptos es una buena opción». «Hoy en día la mayoría de los apicultores tienen pocas colmenas, estamos mal con respecto a vehículos y a veces no tenemos la capacitación suficiente para realizar la trashumancia, pero creemos que el número de apicultores que realizan esta práctica irá aumentando», agrega.
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