Los enemigos del monte
Por Madelón Piacenza
El aumento de la cantidad y velocidad del transporte de bienes y personas observado a nivel mundial en las últimas dos décadas ha llevado a un incremento en la dispersión de las plagas. En lo nacional, coincidió con el crecimiento de las áreas destinadas a plantaciones forestales en los últimos 25 años. En este contexto, los expertos señalan que se vuelve cada vez más relevante adoptar medidas preventivas y ser proactivos en el tema.
Para profundizar sobre las características, efectos y posibles soluciones de las plagas, Forestal conversó con el director del Programa Forestal del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA), Roberto Scoz; la encargada del Departamento de Protección Forestal de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Patricia Escudero; y la coordinadora de Sanidad de la Sociedad de Productores Forestales, Andrea Regusci.
«En Uruguay, una de las principales plagas que atacan tanto las plantaciones de pinos como de eucaliptos son las hormigas, y es impensable lograr una buena instalación de la plantación sin tener un adecuado control», explicó a Forestal la ingeniera agrónoma Andrea Regusci. Otras plagas presentes actualmente en las plantaciones, para el caso del eucalipto, son los gorgojos (Gonipterus), las manchas foliares, la roya del eucalipto (hongo Puccinia psidii principalmente) y las bacteriosis.
Existen plagas que han sido detectadas en el país en los últimos años, como la chinche (Thaumastocoris peregrinus) y la avispa de la agalla (Leptocybe invasa), ambas del eucalipto. Dentro del género Pinus, las plagas más importantes son el Sirex (avispa taladro) y los escolítidos de la corteza (Orthotomicus erosus, Cyrtogenius luteus e Hylurgus Ligniperda).
A la hora de tomar medidas de prevención, los especialistas sostienen que se vuelve fundamental el manejo integrado en el momento de la plantación. Serán centrales la elección del genotipo adecuado y el lugar, la fecha de plantación, la preparación del terreno y el manejo del monte.
PLAGAS POR DENTRO
Son varias las formas que tienen dichas plagas de manifestarse. A nivel de copa, se produce una disminución en el área foliar con la consecuente disminución en la tasa fotosintética y retraso en el crecimiento. También pueden causar la muerte de los ejemplares, dependiendo del tamaño de la población patógena como del estado sanitario del monte. Las plagas muchas veces se asocian entre sí: un determinado patógeno presente en la plantación debilita los árboles y los predispone al ataque de otras plagas. Tal es el caso de la asociación de los escolítidos que atacan la corteza y los hongos asociados, que manchan la madera con la consecuente baja en su calidad.
Existen afecciones que atacan directamente la madera o la corteza, interfiriendo en el flujo de la savia del árbol y afectando su desarrollo normal. El grado de daño causado, entre otros factores, dependerá entonces del tamaño de la población patógena. La plantación queda susceptible a otros agentes de daño, como sequía, vientos y heladas.
Desde el sector productivo, la cuantificación económica de los daños y la capacidad de dispersión son los aspectos que se tienen en cuenta para definir y calificar una plaga. Pero no siempre la presencia de «plagas» en un monte supone una situación problemática. Se puede dar el caso en donde existan «organismos patógenos» en la plantación pero sin que se alteren las funciones principales del cultivo; de ahí la importancia de tener un buen control en todas las etapas del crecimiento del monte.
No todas las regiones forestales del país tienen los mismos problemas. La ubicación geográfica, el tipo de plaga, la forma y diseminación de la misma, y que la plaga encuentre un hospedero sensible son factores a tener en cuenta.
En entrevista con Forestal, Regusci señaló que las plantaciones forestales tienen determinadas características que son muy importantes para tomar decisiones sobre el control de plagas. Por ejemplo, las largas rotaciones (más de 10 años), las grandes extensiones de cultivo y la estructura vertical de su masa vegetal, de alguna manera «limitan» el control químico eficaz ara el ataque de las plagas, utilizando este tipo de control únicamente en la etapa de vivero e instalación del cultivo.
La tendencia actual es la utilización del control biológico, sobre todo cuando son los insectos los responsables del ataque. Consiste en el uso de «enemigos naturales» o de hongos entomopatógenos. Lo que se intenta es encontrar alguna fase de la plaga en la que se pueda interrumpir o frenar la actividad del patógeno con otro agente biológico. Actualmente se está iniciando la utilización de la avispa parasitoide (Cleruchoides noackae) para el control de la chinche del eucalipto (Thaumastocoris peregrinus) como enemigo natural. La avispa parasita los huevos de la chinche, logrando controlar parcialmente la población.
Para alcanzar un buen control biológico es importante poder cumplir con tres etapas fundamentales: la introducción, la liberación y la multiplicación del enemigo natural, para que sea este el que predomine en la población.
Desde el INIA el ingeniero Roberto Scoz, director del Programa Forestal, explicó que «en los hechos se intenta mantener la plaga en rangos tolerables en el sistema productivo. Es casi imposible pensar, en la gran mayoría de los casos, en combatir o erradicar una plaga».
Por su parte, la ingeniera Patricia Escudero, del Departamento de Protección Forestal del MGAP, sostuvo que Uruguay tiene disponible, desde el año 2004, el «Código Nacional de Buenas Prácticas Forestales para Bosques Plantados». En el mismo se puede encontrar un conjunto ordenado de prescripciones, procedimientos, conceptos, estilos y guías de trabajos estandarizados aplicables al recurso forestal y sus variables asociadas. Procurando una gestión sustentable del mismo.
TRABAJO CONJUNTO
El aumento del comercio internacional, la mayor fluidez en los medios de transporte y el hecho de que Uruguay no presente barreras geográficas importantes son condiciones para tener en cuenta al analizar la dispersión de las plagas en todo el territorio. En este sentido, Regusci sostuvo: «Creemos que como país debemos estar atentos al ingreso de potenciales plagas e intentar demorarlo en el tiempo lo más posible, de manera de estar preparados cuando ingrese».
De hecho, distintos organismos nacionales realizan desde hace tiempo un trabajo en equipo sobre este tema. Un ejemplo es la formación del Comité de Coordinación de Plagas y Enfermedades Forestales (Cecope), que este año introdujo la avispa Cleruchoides noakae para combatir la chinche del eucalipto. Fue producto del trabajo conjunto de Cecope (integrado por el MGAP, el INIA y SPF), el Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agroalimentario y Agroindustrial del Cono Sur (Procisur) y el Comité de Sanidad Vegetal del Cono Sur (Cosave).
Desde hace cinco años, el INIA trabaja en proyectos de investigación y consolidación de laboratorio acordes a la demanda del sector privado referidos al manejo de plagas y enfermedades forestales, con un gran esfuerzo en el fortalecimiento de los recursos humanos especializados en este tema.
Por su parte, la ingeniera Escudero explicó que, desde el ministerio, la Dirección Forestal tiene como objetivo establecer un servicio de protección contra los distintos agentes, manejo silvicultural, material de propagación forestal y protección de incendios que afectan el recurso bosque en Uruguay. Por otro lado, la Dirección Forestal participa en el asesoramiento a los distintos actores para la prevención, defensa y lucha contra plagas y enfermedades que atenten contra la supervivencia de los bosques.
Las plagas y enfermedades no respetan límites ni fronteras, solo con un trabajo en conjunto y consensuado se podrán lograr buenos resultados tanto a nivel país como región.
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