Hacia la certificación oficial y la formación continua
Se apunta a profesionalizar los oficios en busca del reconocimiento personal y social del trabajador, y de cara a una mejor organización de las empresas.
En la última semana de octubre de 2015, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), conjuntamente con el Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT/Cinterfor), presentó una propuesta de fortalecimiento de la formación y certificación laboral, inicialmente en tres industrias que fueron seleccionadas por su relevancia en la estructura productiva del país. Esas industrias son la de la construcción, la forestal y celulosa-madera, y el turismo.
El director de la Dirección Nacional de Empleo (Dinae) del MTSS, Eduardo Pereyra, explicó a Forestal el motivo por el cual se incluyó al sector forestal-maderero: «Es un rubro que ha estado en expansión en estos años. Avanzar en estos aspectos implica mejorar en relaciones, en formación y en cuestiones vinculadas a la seguridad».
Las acreditaciones y certificaciones de saberes permiten que los trabajadores logren reconocimiento laboral, personal, social, y les brinda la posibilidad de seguir formándose profesionalmente.
El proyecto del MTSS y OIT/Cintefor se realizará a dos años (2016-2017) y se propone fortalecer los equipos técnicos, lograr una transferencia de metodología y llevar adelante las distintas iniciativas de formación y acreditación con recursos propios. Los fondos provendrán del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop). Según el director de Dinae, el objetivo es que sea «un aporte a la competitividad, mejora de gestión y de trabajo en los lugares donde se aplique»; sin embargo, señala que para lograrlo es necesario el compromiso de empresarios, trabajadores y sector público. Como punto de partida de futuras instancias de intercambio en los próximos meses, se realizó una primera presentación general pública ante sindicatos y empresarios del sector.
Estas iniciativas –de capacitar, profesionalizar y acreditar trabajadores– son vistas con buenos ojos por el Pit-Cnt. El secretario general del Sindicato de Obreros de la Industria Maderera y Afines (Soima), Hugo de los Santos, dijo a Forestal que el gremio apoya «todas las ideas que se alinean en positivo». No obstante, puntualizó que, antes de avanzar en las políticas de acreditación y certificación de saberes, «se debe trabajar en la creación de políticas estatales de desarrollo de la industria de la madera», de forma tal que esté garantizada la inserción laboral de las personas que pasen por ese proceso.
LA ACREDITACIÓN, ESLABÓN EN EL DESARROLLO
Son cientos los trabajadores que año a año transitan por el proceso que les permite recibir una acreditación oficial de sus saberes por parte de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU), responsable desde la administración pública de este mecanismo. Tras el mismo, los trabajadores logran reconocimiento personal, social (que les permite postularse a un trabajo o concurso con una constancia de sus capacidades), y además la posibilidad de darle continuidad al proceso de formación profesional. Así lo destaca el director de la División de Capacitación y Acreditación de Saberes de la UTU, Eduardo Porro.
Para la certificación de saberes, se evalúa al trabajador a partir de un perfil laboral previamente definido por actores sociales: sindicatos, cámaras empresariales, gobierno, organismos educativos.
Previo al acuerdo entre el MTSS y OIT/ Cintefor, la industria forestal ya estaba en la agenda de planificación de las acreditaciones y certificaciones, teniendo en cuenta el desarrollo del sector en los últimos 25 años y la cantidad de trabajadores que emplean las distintas etapas de la producción forestal (unos 16.500 puestos de trabajo directos según informe de Uruguay XXI de 2014). Concretamente, se eligió el oficio de motosierrista (por ahora no hay ningún otro en carpeta) para realizar un plan piloto de certificación de saberes. Se trata de un oficio que se desempeña –en forma excluyente, porque las empresas así lo exigen– con la presentación de un carné habilitante que, si bien se brinda a nivel privado, está ajustado al marco legal laboral vigente.
Porro planteó la necesidad de distinguir las certificaciones de las acreditaciones. Estas últimas competen a la UTU e implican constatar «lo que la persona sabe. No solamente las competencias laborales, sino los asociadas, como puedan ser idiomas, ciencias, etcétera», explicó el jerarca. Las acreditaciones de motosierristas están en curso y se realizan frecuentemente, pero apuntan a una población diferente a la de los trabajadores de la industria forestal: son para trabajadores del ejército, bomberos, o personas que se desempeñan en empresas particulares contratadas para podas, por ejemplo.
Las certificaciones, en tanto, evalúan al trabajador tomando como medida u horizonte un perfil laboral que fue previamente definido por actores sociales entre los que se encuentran: sindicatos, cámaras empresariales, gobierno, UTU, etcétera.
Es en este rubro –el de las certificaciones– en el que se realiza desde el año pasado un plan piloto para mozos del sector gastronómico y otro para motosierristas del sector forestal. El de mozos se concretó, mientras que el de motosierristas está enlentecido. Porro señaló que la causa de este enlentecimiento es que el sector forestal tiene «algunas características complejas».
DIFICULTADES PARA AVANZAR
La complejidad que presenta la certificación de saberes en el sector empieza por las propias características del oficio. «La dificultad radica en la naturaleza del trabajo de los motosierristas. Ellos se internan en el medio del monte para trabajar. El evaluador tiene que tener disponibilidad para acompañarlo. Si no tiene vehículo, debe permanecer toda la jornada con el trabajador. Si lo tiene, implica un gasto asociado que no está previsto cubrir», explicó Porro.
Al llamado de evaluadores –quienes se encargan de analizar los saberes de los postulantes para certificarlos– se presentaron solamente cuatro personas en todo el país, de las que se seleccionaron tres.
Uno de ellos es el ingeniero agrónomo y magíster en Prevención de Riesgos Laborales José Ignacio Antúnez; quien laboralmente se desempeña como auditor especializado en cosecha forestal e instructor y supervisor de operarios motosierristas y mecánico de sierras.
Consultado sobre las causas por las que el proceso de certificación de motosierristas está estancado, Antúnez señaló, en la misma línea que el jerarca de la UTU, que los recursos económicos previstos para desempeñar ese rol «no son acordes» ni a la realidad profesional de los evaluadores, ni a la naturaleza del trabajo que deben evaluar. El hecho de que el pago esté previsto por hora docente y que no incluya los costos derivados del uso de vehículo propio, convierten en «poco realista» que la tarea de certificación, en los términos en los que está planteada, pueda ser concretada.
Desde el gobierno, se está estudiando la posibilidad de utilizar recursos de Inefop para resolver este problema de haberes de los evaluadores, según dijo el director de Dinae, Pereyra.
Del éxito de este plan piloto puntual de motosierristas depende el futuro de la certificación oficial para todos los oficios del sector forestal. Porro advirtió que «hasta que no evaluemos este proceso, no podemos conversar sobre la posibilidad de sumar otros».
Antúnez dijo comprender el interés del gobierno de que haya un carné oficial que certifique a los motosierristas, y que eso lo motivó a participar del diseño de perfil de motosierrista en 2013, a presentarse como evaluador en la primera instancia y ahora a volver a hacerlo en un nuevo llamado de horas de evaluadores para el Norte del país. No obstante, destaca la validez del carné que se emite a nivel privado. Se trata de un curso que consta de un mínimo de 40 horas, tras el que se obtiene una habilitación por dos años. «Cuando vence, el motosierrista se retira y pasa a reentrenamiento. En esa instancia se busca identificar si lo que hace el trabajador es lo mismo que hacía hace dos años. De no ser así, hay que corregir para que obtenga la rehabilitación», explicó el especialista que participa en esta certificación.
BENEFICIOS DE LOS PROCESOS DE CERTIFICACIÓN DE SABERES
Pereyra, director de Dinae, planteó que el interés de «armonizar el trabajo en materia de certificación en toda la cadena forestal-madera es un proyecto a largo plazo». Destacó que se trata de un «proceso gradual y acumulativo», que busca beneficiar tanto al sector empresarial como al trabajador. «Clarifica y ayuda a la descripción de categorías ocupacionales y sus competencias, lo cual colabora con saber lo que se requiere de cada persona en su puesto de trabajo», explicó.
Entre otros beneficios para quien pasa por este proceso, Pereyra señaló que permite conocer «cuáles son las competencias que necesita para subir de categoría, mejorar o ascender en el trabajo y empresa». En lo que tiene que ver con lo salarial, la certificación «ayuda mucho a organizar la relación a la interna de la empresa».
Actualmente, los motosierristas se desempeñan en su labor con un carné que se emite a nivel privado y que deben renovar cada dos años.
El hecho de que el trabajador pueda certificar conocimientos y habilidades que adquirió trabajando –y no en un proceso de educación formal– ayuda mucho a la valoración del trabajador.
Para Porro, este aspecto es «fundamental» porque «abre la puerta a la continuidad del proceso educativo y a la reinserción del trabajador en cursos de formación».
Pereyra también destacó que al definirse los saberes requeridos para una determinada tarea, se obtiene información para armar la currícula de un curso.
Por todas estas razones es que el gobierno cree que avanzar en estos procesos es un «ganar- ganar» para todos los actores involucrados. A nivel macro, para el director de UTU, se deberían unificar los procesos de acreditación y certificación, y principalmente, se debería ir hacia un sistema nacional de certificación.
MOTOSIERRISTAS FORESTALES. Se estima que actualmente hay alrededor de 500 motosierristas. La cantidad de estos trabajadores se ha ido reduciendo por la característica mixta de la tarea: antes era totalmente manual y ahora hay trabajo manual, trabajo parcialmente mecanizado (con intervención de maquinaria forestal y de motosierristas) y trabajo totalmente mecanizado. El perfil de motosierrista que se elaboró para el proyecto de certificación de saberes oficial dice lo siguiente: De estos trabajadores se espera que: realicen actividades de trozado, despuntado, tumbado y desramado; mantenimiento de las máquinas a su cargo, y aplicar los criterios de seguridad personal, del equipo y del ambiente.
Descargar versión PDF