Fuerza femenina
Por Jimena PaseyroInstruir maquinistas de todo el país, ser responsable de desarrollo y servicio técnico para clientes de una planta de celulosa, asesorar sobre diversas áreas de la cadena productiva, formar a generaciones enteras de forestales, dirigir una empresa que gestiona inversiones, ser la única directiva en la historia de una gremial. Ninguna soñó con ocupar el rol que hoy tiene, no parecía posible cuando comenzaron sus carreras o consiguieron su primer trabajo. Lo cierto es que, como ellas, cada vez más mujeres ganan terreno y cargos de responsabilidad en un sector tradicionalmente masculino.
El vínculo de Lucía Basso con la forestación es una “herencia familiar” y cuando comenzó a estudiar la carrera de Agronomía en la década de 1980 ya sabía que elegiría la opción Forestal. En ese entonces le fascinaban la forestación ornamental y los viveros, pero poco tiempo después descubriría que su rumbo sería otro. Hoy, con 52 años, es la única mujer que integra la directiva de la Sociedad de Productores Forestales (SPF) –la única en la historia de la SPF– y trabaja desde hace 10 años como Country Manager de la compañía BTG Pactual que se dedica a gestionar fondos de inversión. “Ser la única mujer en la directiva de la SPF no me hace sentir diferente frente a mis colegas de directiva, pero me genera la responsabilidad de abrir el juego para las mujeres en el sector. Lo siento así. Parte de mi rol es que más mujeres se acerquen a la forestación. Principalmente porque creo que los equipos mixtos rinden más, son más eficientes si cada uno aporta miradas diferentes”, aseguró Basso.
Del dicho al hecho
¿Cómo se refleja este interés expresado por Basso en la cantidad de mujeres que efectivamente trabajan en el sector forestal? En abril de 2016, el Banco de Previsión Social (BPS) registró un total de 8.435 trabajadores en el rubro Forestación y extracción de madera, de los cuales 1.482 son mujeres. El 76% de ellas trabaja como dependiente y el resto como no dependiente. Según la Clasificación Industrial Internacional Uniforme (CIIU) en la que se basa el ente, esta categoría comprende: forestación y otras actividades relacionadas a la forestación, viveros de árboles forestales, explotación de bosques, extracción de madera, recolección de productos forestales diferentes a la madera y servicios de apoyo a la forestación.
En abril de 2016, el BPS registró un total de 8.435 trabajadores en el rubro Forestación y extracción de madera, de los cuales 1.482 son mujeres.
El organismo Uruguay XXI, sin embargo, asegura que “el personal ocupado en el sector suma algo más de 15.000 trabajadores. Esta cifra no incluye los empleos indirectos que genera el sector, que abarcan actividades de transporte y logística, así como servicios conexos”.1 La escasez de datos sobre la mano de obra del sector y el manejo de diferentes cifras por distintos organismos es aún una barrera para conocer el perfil de los trabajadores forestales, especialmente en lo relativo a la mano de obra femenina.
Respecto a la evolución de las mujeres empleadas por el sector en los últimos cuatro años, los datos aportados a Forestal por la directora representante empresarial del BPS, Elvira Domínguez, no reflejan un aumento significativo. En 2012, las mujeres representaban el 16,7% del total de trabajadores del rubro Forestación y extracción de madera, mientras que en 2016 representan el 17,5%. La mayoría de ellas, el 66%, trabaja en la categoría Forestación y otras actividades relacionadas con la forestación. Un artículo publicado el pasado 8 de octubre por el diario El País indica que “según datos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, el 54% de la mano de obra de viveros –se contabilizaron 22 en un resumen de agosto de la Dirección General Forestal– son mujeres”.
Barreras a derribar
Carolina Canabe es instructora forestal de la empresa Interagrovial y recorre el país enseñando a manejar cosechadoras desde el año 2006. Anteriormente trabajó como administrativa y operadora de Harvester en Forestal Oriental. Su experiencia laboral en el sector le permitió conocer realidades muy diversas y enfrentarse a situaciones difíciles que logró superar con firmeza y convicción. Según Canabe, uno de los desafíos que existen actualmente para que más mujeres trabajen en el sector es derribar las barreras para su contratación en cuadrillas. “Para un contratista es más difícil tomar a una mujer porque a veces están cinco meses en un lugar, cuatro en otro. Ahí tiene que alquilar dos casas, por ejemplo, porque no podés mezclar hombres y mujeres en la misma casa, y resulta en una operativa un poco más costosa. La productividad de la mujer es igual que la del hombre, pero está el inconveniente del interés que pueda tener el contratista en tomarla. Hay algunos que gracias a Dios contratan mujeres, pero no hay tanta oferta en este rubro”, explicó Canabe.
Otro de los aspectos que operan como barreras para la mujer a la hora de insertarse en el mercado laboral de la forestación es la zafralidad de algunas tareas y la movilidad que requieren determinados puestos. Las antropólogas Leticia Cannella y Alejandra Techera explican este punto en la investigación publicada en el año 2014 bajo el nombre Reflexiones sobre el empleo forestal con enfoque de género,2 el cual aborda especialmente el trabajo de las cuadrillas: “Las mujeres solo trabajan en esta actividad si pueden volver a su casa después de la jornada laboral. De acuerdo a los datos recabados, cuando esto no es posible la presencia de la mujer en las cuadrillas es sensiblemente menor. […] El hecho de que las mujeres no acepten emplearse en cuadrillas móviles, que no todos los contratistas emplean mujeres, y la propia zafralidad impuesta por el ciclo productivo forestal, hace que las mujeres sientan más la inestabilidad laboral”.
En el caso de Canabe, al asumir su puesto en Interagrovial tuvo que mudarse de Río Negro a Maldonado, y con ella se mudaron su esposo y sus hijos de 8 y 15 años. El cambio no supuso un problema e incluso considera que representó mejores posibilidades para sus hijos. “La oportunidad de trabajo estaba en San Carlos y hay que ir donde está el trabajo. Ser instructora implica estar muchas horas fuera de mi casa. A veces cuesta estar una semana lejos, pero hay que organizarse”, afirmó Canabe.
Para Carolina Canabe uno de los desafíos que existen actualmente para que más mujeres trabajen en el sector es derribar las barreras para su contratación en cuadrillas.
Siempre en movimiento
La movilidad es una característica compartida por gran parte de las tareas que se desempeñan en este sector, y en algunos casos implica incluso viajar fuera del país. Con la llegada de Botnia (actual UPM) a Uruguay, el rumbo profesional y la vida de María José Aguerrebere cambiaron por completo. Tras recibirse de ingeniera química, en 2004 fue contratada por Botnia cuando la planta de celulosa de Fray Bentos todavía estaba en una etapa preliminar. Aguerrebere recuerda: “Comencé haciendo un posgrado en Finlandia junto con otros cuatro ingenieros químicos uruguayos. Hicimos experiencias de trabajo en plantas de celulosa en Finlandia y luego nos incorporamos al equipo de proyecto de la planta en Uruguay, primero desde Finlandia y luego en Fray Bentos. Fue una experiencia muy rica en todo sentido, personal y profesional. Una instancia de aprendizaje intenso, de grandes desafíos”. Hoy Aguerrebere es ingeniera de Desarrollo senior y es responsable del desarrollo de la planta de celulosa de UPM y del servicio técnico frente a los clientes. Asegura que el principal desafío al que se enfrentó en estos año fue “aprender las especificidades de una nueva industria, de nuevas culturas (no solo la finlandesa), de una forma de trabajo muy ordenada, medida y sistematizada”.
Uno de los aspectos que operan como barreras para la mujer a la hora de insertarse en el mercado laboral de la forestación es la zafralidad de algunas tareas y la movilidad que requieren determinados puestos.
Al igual que Canabe, Aguerrebere migró al lugar donde estaba el trabajo. Oriunda de Montevideo, se mudó a Fray Bentos junto a su esposo y luego vinieron los hijos: “La experiencia de vida en Finlandia y en Fray Bentos fue excelente. Mi marido también integró el proyecto y eso nos ayudó. Para ambos fue fácil la adaptación a la vida en el interior y disfrutamos mucho de las tantas ventajas que eso trae aparejado”.
En los años que hace que forma parte de la industria forestal uruguaya, Aguerrebere no nota cambios significativos en el número ni en el rol que tienen las mujeres. “Desde el arranque de la planta hubo mujeres en todas o casi todas las áreas del proceso que cumplen distintos roles. Creo que en UPM Fray Bentos hay más mujeres trabajando que las que había en las plantas finlandesas que visité. Desde el principio, las políticas de la empresa han permitido que la contratación de personal sea abierta e igualitaria y eso se vio reflejado en la composición de género del equipo de trabajo”, sostuvo.
La vida personal de Aguerrebere dio un giro con la llegada de cada uno de sus cuatro hijos. Sin embargo, la maternidad no representó una barrera para continuar trabajando en el sector y seguir desarrollando su carrera. Según explica, la empresa significó un gran apoyo en este sentido: “UPM brinda excelentes condiciones para que una mujer pueda desarrollarse y desempeñarse como profesional sin tener que sacrificar su vida como tal y en particular como madre. Estuvo a la vanguardia ofreciendo, antes de la implementación de la Ley, el medio horario hasta los seis meses de vida del bebé y también contamos con una sala de lactancia en la planta. Esos son ejemplos de las políticas de la empresa que la hacen un excelente lugar de trabajo para hombres y mujeres”.
El día que Lucía Basso abrió un cuaderno de una de sus hijas y leyó “Mi mamá trabaja de viajar” decidió que era momento de parar el vertiginoso ritmo que llevaba. En ese entonces, trabajaba para la empresa internacional SGS, donde se dedicaba a la certificación ambiental FSC y viajaba por América Latina y Europa: “Cuando me contrataron me subí a un avión en enero y me bajé en diciembre. Fue muy intenso, una experiencia brutal pero muy exigente. Tuve la dicha de que RMK 11 (actualmente BTG Pactual) me ofreciera el cargo en el que estoy hoy como gerente de los activos en Uruguay. Tuve que empezar casi que de nuevo, me metí en otro mundo diferente pero siempre con una pata en lo forestal donde aprendí a tomar decisiones silviculturales, teniendo en cuenta los aspectos financieros. Pero mi alma y mi corazón son forestales”.
Perspectivas de cambio
“Mi camioneta durante muchos años fue mi segunda casa, ahí tenía todo pronto para salir siempre. A diferencia de otras carreras, esta te exige viajar mucho”, confesó Arianna Sorrentino a Forestal. La directora de Consultora del Plata Forestal tiene 35 años de experiencia en el sector forestal y durante 20 años fue docente en la Facultad de Agronomía, donde enseñaba a alumnos que elegían la opción Forestal. En sus años de docencia vio cómo el desarrollo de la industria forestal se veía acompasado con el cambio de perfil y número de estudiantes.
Sorrentino ingresó como estudiante a la Facultad de Agronomía en 1976 y ya en primer año se interesó por la docencia. A los 23 años se recibió y salió al mercado laboral con gran entusiasmo pero con muchos desafíos: “La luché mucho, era jovencita y me tomaba la ONDA en la que viajaba toda la noche. Llegaba a los lugares y me iban a buscar los productores. Cuando me veían toda flaquita y joven era difícil. Pero como soy aventurera, y esta profesión requiere un poco eso, no me importaba. Ahora el camino está más allanado para las mujeres. A mí me tocó hacer camino en un área que no era de mujeres. La mujer ahora puede acceder a cualquier lugar, por suerte fue cambiando mucho”.
El carácter decidido y aventurero de Sorrentino fue muy importante a la hora de elegir la carrera, irse a Italia a continuar su formación forestal, luego a Chile a realizar su especialización en mensura forestal y a su regreso a Uruguay fundar su primera empresa de asesoramiento con menos de 30 años, en una época en que la forestación recién comenzaba a tomar impulso. “Este sector no es para cualquiera quizá, implica tener una personalidad fuerte y la seguridad se va adquiriendo. No es para cualquiera pero es para un montón de mujeres”, opinó. Sin embargo remarcó que, si bien “las capacidades son muy similares entre hombres y mujeres, las mujeres tienen que hacer múltiples tareas en la mayoría de los casos. Yo no tengo hijos, y haber viajado durante los primeros 15 años de profesión fue una opción, pero conocí a colegas que tuvieron sus hijos, hicieron la carrera o los primeros años de trabajo más lento y hoy brillan igual”.
A pesar de que hoy se reconoce el espacio que ganaron las mujeres en el sector, Canabe explicó que hoy se ven menos mujeres en las cuadrillas que hace algunos años y recordó sus inicios como operadora: “En 2002 llegamos a ser diez operadoras, pero con el tiempo algunas chicas empezaron a tener sus hijos y fueron abandonando. Y hoy quedan menos operadoras. Mientras estuve sola con hombres trabajaba de día únicamente. El ingreso de una mujer al campo al principio costó muchísimo y la adaptación de los hombres llevó su tiempo. Al inicio fue como ‘uh, una mujer en el campo es muy difícil que aguante’. Fue chocante para algunos pero lo sobrellevé bien, de a poco se fueron adaptando”. Tras haber capacitado a más de 400 personas en estos 10 años como instructora, Canabe considera que “las mujeres ganamos mucho terreno. Antes decían que la mujer no podía hacer esto o aquello pero hoy en día podemos hacer de todo, independientemente de si el físico nos da o no”.
Basso opina que tener una personalidad firme o una “mentalidad masculina” juega a favor para trabajar en este sector.
Basso coincide con Sorrentino en que en algunos casos tener una personalidad firme o una “mentalidad masculina” juega a favor para trabajar en este sector. “Cuando en 1990 ingresé a la Dirección General Forestal (DGF) –donde estuve hasta el año 2004– me pusieron a trabajar en la revista Forestal y no era lo mío, me gustaba mucho más el trabajo de campo”. Del período en la DGF en el que viajaba al interior del país a realizar inspecciones de las plantaciones, Basso recordó que “iba junto con un colega, fue la época que tuve a mis hijas, y era muy gracioso porque pensaban que éramos un matrimonio”.
Basso trabajó siempre codo a codo con hombres y nunca lo vivió como un inconveniente: “Íbamos al campo, en aquel momento nos quedábamos a dormir en hotelitos del interior en condiciones bastante precarias. Eso nunca fue un impedimento o un problema, sino un aprendizaje. Así adquirí la práctica para manejarme en la situación que se presente. Nunca fueron un tema las cuestiones de convivencia en el medio del monte, será que tengo mentalidad un poco masculina”. Aunque recuerda que “la mirada de afuera la sentía, pero no me afectaba porque era problema de los demás, no era mi problema”.
Para Sorrentino las barreras que existen para que más mujeres ingresen al sector forestal “no tienen que ver con esta profesión. Se sigue valorando más el trabajo del hombre que el de la mujer, en algunos casos en lo económico también. La mujer todavía tiene que vencer más cosas para poder realizarse en este trabajo. Cuando elegís esta carrera no tenés ni idea lo que te espera, tenés que tener garra y suerte”.
Por su parte, Basso dice: “No veo claro que en el mediano plazo haya más mujeres en la SPF o en el sector. Si bien actualmente somos más que a principios de la década de 1990, creo que aún no hay muchas mujeres trabajando en esto. A las próximas generaciones de mujeres forestales les diría que no dejen de hacer nada por ser mujer. Se pueden insertar perfectamente en cualquier rol. Las oportunidades están”.
Notas al pie:
1 Informe del sector forestal en Uruguay. Uruguay XXI. Setiembre 2016.
2 Cannella, Leticia, y Techera, Alejandra. “Reflexiones sobre el empleo forestal con enfoque de género en las comunidades de: Grecco, Paso de la Cruz, Bellaco, Paso de los Mellizos, Guichón, Quebracho, Araujo y Palmitas”. Trama, año 5, Nro. 5, 2014.
Las mujeres de cuadrilla
En la investigación Reflexiones sobre el empleo forestal con enfoque de género en las comunidades de Grecco, Paso de la Cruz, Bellaco, Paso de los Mellizos, Guichón, Quebracho, Araujo y Palmitas, las antropólogas Leticia Cannella y Alejandra Techera ahondan en la inserción de las mujeres en las cuadrillas forestales. Algunas de las conclusiones a las que llegan son:
– A partir de la instalación de la forestación, las mujeres de algunas comunidades tienen la oportunidad de integrarse a las cuadrillas de trabajo de campo fundamentalmente en las tareas de plantación y control de hormigas. Según los datos estadísticos, las mujeres que acceden a este trabajo son principalmente mujeres jóvenes y maduras.
– El empleo de la mujer en las cuadrillas la legitima como trabajadora frente a los otros.
– La zafralidad, asociada al empleo forestal genera incertidumbre, ya que las colocaría nuevamente en un lugar de desempleo y con una dedicación exclusiva a la familia.
– El desarrollo de competencias específicas de trabajo por ejemplo en el caso de mujeres que manejan Harvester, si bien es excepcional, constituye un fuerte referente simbólico en cuanto a la capacidad femenina de superación, adaptación y generación de ingresos económicos comparativamente altos dentro del sector.
– La apropiación de las mujeres del espacio de trabajo rural forestal trasciende las consideraciones numéricas de cantidad y o permanencias. La condición de trabajadora forestal, cuando se da con oportunidades relativamente similares a la de los hombres, aun siendo muchas veces circunstancial, efímera por la zafralidad, y localmente acotada, reposiciona a la mujer no solo dentro de su propia comunidad sino dentro del ámbito socioeconómico regional de forma cualitativamente diferente.