• Martes 19 de septiembre de 2023

Oportunidad para el desarrollo

Por Juan Martín Arotxarena

La industria de la celulosa se ha consolidado como uno de los sectores productivos de mayor desarrollo durante los últimos 20 años en la región. Desde 1994 a 2010, América Latina ha aumentado más del doble su participación en la producción de pulpa de celulosa mundial. Nuevas oportunidades se han presentado, y Uruguay no se ha mantenido al margen, pero los desafíos persisten si lo que se busca es seguir creciendo.

Diversas razones permiten explicar el desarrollo del sector en la región durante las últimas décadas. Por un lado, nos encontramos con que ha habido una evolución del consumo global de celulosa impulsado por el crecimiento económico mundial. Según un estudio de la empresa chilena CMPC Celulosa, Mercado de la Celulosa: actualidad y evolución (2010), la demanda global de pulpa de celulosa ha crecido a una tasa promedio del 2,6% anual entre los años 2000 y 2009.

En entrevista con Forestal, el gerente general de Montes del Plata, Luis María Rodríguez, reafirmó esta tendencia creciente ya que «la celulosa está muy vinculada a los productos de consumo». Por lo tanto, a medida que la población mundial va alcanzando mejores estándares de desarrollo, «va llevando de la mano el crecimiento de un commodity como la celulosa».

Si bien solemos asociar esta materia prima con el sector más tradicional e histórico, como es el papel de impresión, lo cierto es que existen numerosos productos en los que se encuentra algún componente vinculado a la celulosa detrás de su proceso de elaboración. De hecho, este es el caso del envasado de muchos productos, o también aquellos descartables como pañales desechables, pañuelos, servilletas, filtros, por ejemplo.

El avance de las nuevas tecnologías ha impulsado fuerzas que juegan en sentido contrario. Esto quiere decir que, por un lado, la innovación y el desarrollo económico mundial han generado una mayor diversificación en el uso de la celulosa como materia prima. Sin embargo, por otro lado, las nuevas tecnologías han llevado a que se utilice menos papel de impresión en productos típicos como diarios y revistas.

La demanda global de pulpa de celulosa ha crecido a una tasa promedio del 2,6% anual entre  los años 2000 y 2009, según un estudio de CMPC – Celulosa: Mercado de la Celulosa: actualidad y evolución.

En este sentido, el gerente de ventas de UPM, Óscar Quinela, dijo en diálogo con Forestal que «la tendencia del uso del papel a nivel mundial está creciendo a tasas moderadas, impulsado principalmente por el mercado chino en todas sus variedades mientras que, en el resto del mundo, específicamente en papeles tissue y packaging. Por su parte, la evolución de los papeles de impresión y escritura en los mercados maduros (Europa Occidental y Estados Unidos) no ha seguido la misma tendencia, mostrando efectos no positivos».

En definitiva, las fuerzas que han incitado al crecimiento del consumo global de celulosa han contrarrestado aquellas que han ido en sentido contrario. Por lo tanto, el saldo de todas estas variantes se muestra positivo, justificando así la evolución sostenida del sector.

Ha habido una diversificación del uso de celulosa como materia prima a nivel mundial; si bien ha descendido la demanda para papel de impresión, ha aumentado en papeles tissue y packaging, por lo que el crecimiento sigue siendo sostenido.

Ahora bien, si nos enfocamos en la presencia de empresas productoras de celulosa en la región, surge otro factor con trasfondo biológico. Al existir un vínculo muy estrecho entre la celulosa y la forestación, lo que se ha observado es que existen diferencias de capacidad de producción forestal en distintas zonas del planeta. «Las zonas históricas, que originalmente estaban dadas por el tipo de forestación natural, eran zonas del hemisferio Norte. Estas tienen una velocidad de reposición que es notoriamente más baja que las zonas en las que nosotros estamos ubicados», explica Rodríguez.

El gerente general de Montes del Plata agrega: «Si uno mira una faja que atraviesa, aproximadamente, a la altura de Uruguay, Brasil, una zona de Argentina, Chile, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia, ese cinturón tiene, biológicamente, una muy buena condición para la producción de celulosa. Pero no es una celulosa igual a la del Norte. Esta última es de fibra larga y la del Sur es, preponderantemente, de fibra corta».

Esto resulta en un elemento fundamental para comprender la disposición geográfica actual de los productores de celulosa. El desarrollo tecnológico de la producción y, al mismo tiempo, las nuevas formas de uso de la celulosa de fibra corta, hicieron que esta se volviera muy competitiva y ganara terreno en el mercado de la celulosa en general.

«En las últimas décadas, la demanda del tipo de celulosa de fibra corta ha sido la que más ha crecido. El desarrollo forestal en la región se debe principalmente a los siguientes factores: características de los suelos, clima apropiado y disponibilidad y competitividad de la materia prima», argumenta Quinela.

De esta manera, la mejor disponibilidad biológica de nuestra región se ha traducido en una mejor competitividad de precio. Quinela agrega que «esto ha significado una migración de capacidad del hemisferio Norte al hemisferio Sur, favoreciendo a países con disponibilidad de fibra corta».

URUGUAY EN LA REGIÓN

A nivel regional, la llegada de grandes empresas y la inversión en el rubro han hecho que se genere un mercado cada vez más competitivo. Uruguay se enfrenta así a competidores muy fuertes.

En este sentido, tanto Quinela como Rodríguez destacan el caso de Brasil, por tratarse de un líder mundial en la producción de celulosa de eucalipto y que, además, es nuestro vecino. «Brasil ha devaluado fuertemente su moneda en los últimos tiempos, lo que hace que los productores de ese país tengan una ventaja competitiva respecto a los costos en Uruguay», comenta Quinela. Evidentemente, la devaluación brasileña influye en la competitividad de la industria en general y de la celulósica en particular, máxime si se tiene en cuenta que la economía uruguaya es mucho más dolarizada.

Aparte del aspecto coyuntural de las monedas, Rodríguez sostiene que «Brasil es extremadamente competitivo en este rubro». Destaca algunos factores como «la velocidad del ciclo biológico» (nosotros nos manejamos con una media de 10 años y en Brasil es posible trabajar con ciclos de 7 años), así como también el hecho que las fábricas están muy cerca de las zonas forestadas. Esto les permite tener «una logística muy fluida, muy buena y competitiva» en lo que respecta a la llegada de la madera a la planta.

En el caso de Uruguay, por la propia naturaleza del país, la disposición de la forestación es bastante más dispersa, por lo que las distancias son mayores y representan un desafío en la gestión de los tiempos, pero también de los costos. «Nuestra industria tiene un componente muy importante de costos logísticos. En este sentido, el mundo ha experimentado una mejora sustancial en sus costos dada la reducción sostenida en el precio del petróleo, pero en Uruguay dicha mejora no se ha materializado, por lo cual el país ha perdido competitividad», enfatiza Quinela.

De todas maneras, Uruguay presenta ciertas características que contrarrestan los efectos negativos. El gerente general de Montes del Plata resalta el régimen jurídico como un sistema «sólido y confiable». Asimismo, sostiene que el país aloja «plantas con un nivel de tecnología de clase mundial –cualquiera de las dos empresas que están acá– porque son muy nuevas y porque se hicieron con un estándar muy alto. Eso no quiere decir que Brasil no las tenga, pero no saca ventaja ahí».

Rodríguez destaca otro elemento favorable frente a algunas de las plantas de Brasil. «Nosotros tenemos una salida directa oceánica desde nuestra planta, lo que hace que la logística de la celulosa sea muy buena. De alguna manera, en parte, compensa los aspectos de la logística en la madera».

En madera chipeada para celulosa, la ventaja competitiva que tiene Uruguay es la calidad y la especie de la que proviene, Eucalyptus globulus.

Brasil también se presenta como uno de los principales competidores en el mercado de madera para celulosa, junto con Chile. Forestal dialogó con Nelson Ledesma, gerente general de Forestal Atlántico Sur (empresa dedicada a la comercialización, administración y gestión del recurso forestal), quien comentó que tanto Brasil como Chile «capturan rápidamente el proceso de devaluación, bajan el costo y llegan a costos muy bajos a competir con nosotros. La ventaja que tiene Uruguay como mercado proveedor de madera para celulosa es la especie (Eucalyptus globulus), que es muy demandada».

De hecho, Ledesma afirma que este último aspecto es lo que les está permitiendo, hoy, poder exportar. «Si bien ellos [Brasil] compiten y venden a los mercados nuestros, nosotros siempre tenemos un nicho en el que ellos están pero no pueden ofrecer el volumen y la calidad que nosotros ofrecemos». Sin embargo, en el caso de Chile esto no sucede, por lo que se posiciona como un competidor directo, ofreciendo la misma especie que Uruguay.

DE URUGUAY AL MUNDO

La producción de celulosa en Uruguay tiene como destino tanto el mercado local como el internacional. Esto es posible debido a la gran capacidad de producción de las plantas de celulosa que se encuentran en el país (cada una produce 1,3 millones de toneladas al año).

En el caso de UPM, la empresa abastece la totalidad del mercado nacional. Así lo afirma el gerente de Ventas de la compañía: «El 100% de la celulosa de fibra corta que se consume en el país proviene de la fábrica de Fray Bentos».

No obstante, las características del mercado uruguayo como demandante de pulpa de celulosa le permiten a UPM orientarse, también, al mercado externo. «Por fuera de la región, nuestra celulosa se comercializa fundamentalmente en países europeos y asiáticos», dice Quinela.

En el caso de Montes del Plata la situación es distinta, ya que esta es un joint venture productivo, no comercial. Esto significa que Montes del Plata es una sociedad, en partes iguales, de dos empresas: el grupo Arauco (Chile) y Stora Enso (sueco- 11 finlandesa). Por lo tanto, la comercialización de toda la producción generada en la planta –ubicada en Conchillas– es tomada por cada una de las empresas integrantes de la sociedad. De todas formas, Rodríguez indica que «hay un peso importante de Asia, Europa y Estados Unidos. Esos son los principales lugares de destino hacia donde van los barcos que son cargados en Uruguay».

Algo similar ocurre con el mercado de la madera para celulosa, en el sentido de que esta también tiene como destino el plano local e internacional. Sin embargo, la diferencia está en que el porcentaje dirigido al ámbito local es mucho mayor que lo que se exporta. «La exportación ha caído en los últimos cinco o seis años. Si comparamos dicho volumen con el que consumen las plantas anualmente, la exportación significará entre 10% y 15%», comenta Ledesma.

La producción de celulosa en las regiones tradicionales –América del Norte y Escandinavia– pasó de ser el 66% del volumen total en 1994, al 45% en 2010. En el mismo período, América  Latina pasó del 12% al 27% del volumen total. CMPC – Celulosa: Mercado de la Celulosa: actualidad y evolución.

Desde hace ya una década, la tendencia mundial en el comercio de madera para celulosa ha llevado a que las empresas vayan dejando de lado la exportación de rolos, para enfocarse en la madera chipeada. «El chip permite tener una estabilidad mucho mayor para conseguir barcos y tener costos más competitivos para llevar la madera al destino final», explica Ledesma.

Actualmente, el principal destino de Uruguay en madera chipeada es la península Ibérica, sobre todo Portugal, pero también España. El gerente general de Forestal Atlántico Sur cuenta que, originalmente, le vendían a los países nórdicos, Marruecos, y también Italia, pero «en los últimos cuatro años la península Ibérica ha sido la demandante mayoritaria de la madera de exportación. Hoy diría que casi exclusivamente».

Consultado sobre la posibilidad de acceder a nuevos mercados, Ledesma explica que, si bien hay demanda de otros países como Estados Unidos, China e India, «lamentablemente, por razones de competitividad, en Uruguay no hemos sido capaces de llegar con precios competitivos a esos mercados».

De todos modos, lo cierto es que la materia prima que Uruguay produce para luego exportar, o bien utilizar a nivel local, representa el punto de partida de una gran variedad de productos finales que se consumen diariamente en todas partes (papeles de impresión, diarios, higiénicos, tabletas para mosquitos, pinturas moldeables, fabricación de parlantes, por nombrar tan solo algunos). En este sentido, Quinela afirma que «una buena parte del papel de impresión y escritura, así como el tissue que se consume en el país, están hechos con celulosa de la planta de UPM Fray Bentos».

Además, teniendo en cuenta la amplia gama de productos que contienen algún componente de celulosa, resulta lógico pensar que –tal como dice Quinela– «hay muchos artículos que se importan al país de diferentes partes del mundo que contienen celulosa fabricada en el Uruguay».

PROYECCIÓN A FUTURO

A modo de evaluar las posibilidades de crecimiento que tiene la industria celulósica en Uruguay, resulta pertinente analizar diversos aspectos.

El primero de ellos refiere a todo lo que tiene que ver con la disponibilidad existente para la forestación. Para esto es necesario considerar la madera consumida por cada una de las plantas anualmente (4 millones de m3), así como la superficie forestada actualmente y las zonas declaradas como de prioridad forestal por ser suelos de baja productividad.

Para Ledesma, existen claras posibilidades de crecimiento en este sentido: «Queda mucha área para forestar en el país para que el sector siga creciendo. No solo en la industria celulósica, sino en la industria de madera sólida. Hay un potencial industrial para aprovechar».

Rodríguez también considera que «dentro del marco del plan original que Uruguay ha tenido para la forestación, todavía hay espacio posible y atractivo, que no desplaza a otras actividades agropecuarias sino que las complementa».

Desafortunadamente, no alcanza con que el país cuente con 4 millones de hectáreas de suelos de prioridad forestal –según datos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca– para seguir creciendo, ya que existe otro elemento que es clave para desarrollar cualquier rubro del país: la infraestructura.

Las industrias celulósica y maderera demandan una estructura logística que está directamente asociada a la infraestructura del país. La realidad actual, según Ledesma, muestra que «hay una deficiencia en infraestructura, básicamente en lo que es caminería y rutas. Se ha ido deteriorando en los últimos años porque no fue previsto el incremento de toda la actividad agropecuaria».

El desarrollo económico de un país está sujeto a la inversión en infraestructura. Más aún cuando se trata del mediano o largo plazo. Si no se realizan las inversiones necesarias que acompasen el ritmo de crecimiento de las actividades del país, el desarrollo encuentra un tope. Inclusive, en contextos económicos menos favorables –como el que enfrenta nuestro país en la actualidad– la inversión en dicho rubro adquiere aún más importancia ya que, ante condiciones más adversas, la infraestructura puede contribuir a la baja de costos de logística y, por ende, a tener precios más competitivos que permitan salir al mundo.

«Las condiciones que tiene nuestro país desde el punto de vista topográfico y productivo –forestalmente hablando– son excepcionales», enfatiza Ledesma. El potencial está y el conocimiento técnico también. No obstante, quienes integran el sector, en conjunto con la academia (universidades e institutos de investigación), han tenido que hacer un esfuerzo enorme para tratar de erradicar los prejuicios infundados que se encuentran en parte de la sociedad. Generación de empleo, desarrollo industrial, protección de bosques nativos y balance cero o negativo de emisiones de gases de efecto invernadero son solo algunos de los beneficios que provienen de esta industria. Está en todos los uruguayos, a nivel país, aprovechar la oportunidad de desarrollo que hoy se nos ofrece.

CONTRIBUCIÓN A LA ECONOMÍA DEL PAÍS. De acuerdo a los datos del Banco Central del Uruguay, la participación del sector forestal en el Producto Interno Bruto (PIB) pasó del 1,9% en el 2006 al 3,7% en el 2014. Esto se debe, principalmente, al incremento que ha tenido la actividad en la fase industrial (fabricación de madera, papel y celulosa). Según el informe de Uruguay XXI Inversión Extranjera Directa en Uruguay (IED) de junio de 2015, las inversiones de UPM y Montes del Plata explican por qué la industria manufacturera se posiciona como el principal sector receptor de IED. La construcción de ambas plantas significó un monto estimado de US$ 3.500 millones. En el caso de la inversión realizada por Botnia (actualmente UPM), fue de US$ 1.200 millones entre 2005 y 2008. En tanto, Montes del Plata constituyó la inversión más grande de la historia del país, más de US$ 2.100 millones. Por último, en 2014, según datos de Uruguay XXI en base a la Dirección Nacional de Aduanas, la celulosa ocupó el cuarto lugar de los productos exportados del país, con una participación de 7% (incluyendo las ventas desde Zonas Francas). En 2015 (período enero-agosto) la celulosa se convirtió en el tercer producto de exportación, con 13% de participación. Este aumento se debe al comienzo de la actividad de Montes del Plata, la cual ha ido incrementando su producción paulatinamente.

SECTOR PRIORITARIO. La Dirección de Planificación de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) incluye al «sector forestal-madera-celulósico» como uno de los complejos productivos prioritarios del futuro del país. Prevén hacer, durante el próximo año, una prospectiva estratégica de dicho sector para establecer los escenarios de largo plazo y su papel en el desarrollo del país.

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martes 01 de diciembre de 2015