Tiempos difíciles para el sector
Por Atilio Ligrone, gte. gral. de la SPFLa forestación en Uruguay se ha comportado como uno de los sectores más dinámicos de la economía en los últimos 25 años. La cobertura forestal del país, la inversión, el empleo y los ingresos generados se incrementaron notoriamente en dicho período. A su vez, este desarrollo contempló, además de los económicos, los aspectos sociales y ambientales relacionados con él. Todo ello fue el resultado de un esfuerzo compartido entre el Estado, que generó las condiciones para su desarrollo, y el sector privado, que invirtió y tomó los consiguientes riesgos en el marco de una política y normativa consensuadas.
Sin embargo, algunos indicadores como la extracción de madera, la producción industrial, el comercio internacional y el empleo, que hasta el año 2008 tuvieron un crecimiento constante, comienzan a mostrar una mayor inestabilidad con bajas importantes en el año 2009 y variaciones en los años subsiguientes.
La crisis del sector inmobiliario en Estados Unidos en primer término y la posterior crisis financiera mundial provocaron una importante retracción en la demanda, afectando negativamente al sector forestal al igual que a otros sectores de la economía.
Incluso cuando se comienza a percibir una incipiente mejoría en alguno de los mercados más deprimidos, los niveles actuales de negocio no alcanzan aún a los registrados en los años anteriores a la crisis, por lo que habrá que esperar a que se consoliden.
Las exportaciones de productos forestales –incluida la celulosa- en 2012 totalizaron poco menos de mil millones de dólares, lo que significó una reducción del 13,5% con respecto al año anterior. Estas bajas en los volúmenes de exportación, y particularmente en madera rolliza y chips, determinaron una disminución de la extracción de madera en 2012 del orden de 1.300.000 metros cúbicos. Obviamente esta reducción afectó el nivel de actividad de las empresas de cosecha de madera, así como al resto de las actividades de logística conexas, incidiendo también en el empleo.
A esta situación de demanda y precios internacionales inestables, y en muchos casos operando a la baja, se debe agregar la reducción del tipo de cambio y el aumento de los principales costos de producción (mano de obra y energía), lo que ha redundado en una pérdida importante de competitividad. Consecuentemente con ello, comienzan a prosperar iniciativas tendientes a instalar nuevos impuestos que recaerán sobre el sector. A su vez, por tratarse de impuestos no vinculados con la rentabilidad, constituirán una carga fija tanto en momentos de bonanza como en momentos difíciles como el actual. En este escenario y ante una actividad con recuperación de las inversiones en el mediano y largo plazo, las posibilidades de expansión resultan muy limitadas.
Los últimos años han sido difíciles para esta actividad y no se advierten grandes variaciones a corto plazo. Aun frente a cambios positivos en el concierto internacional y a la continuidad de esfuerzos por parte de las empresas en procura de mejorar la productividad, resultará necesario que a través de las políticas públicas se reconozca esta realidad y se procuren acciones que acompañen y contribuyan al crecimiento del sector.
La actividad forestal es relativamente nueva en la vida del país. Su contribución actual y potencial a la economía es muy importante, pero será tanto mayor en la medida que se consolide y se le permita desarrollar toda su capacidad de competencia.
Descargar versión PDF