Balsas, barcazas y barcos
Por Aparicio Ponce de León
Hoy es una realidad. Uruguay, país de naturaleza agrícola-ganadera y originalmente con escasa oferta forestal, se convirtió, de la nada, en un actor protagónico a nivel mundial. Hace 25 años, cuando nacía la ley forestal, no era más que una utopía, cuando no un delirio de un puñado de visionarios. Hoy, el sector pelea el primer lugar como principal rubro de exportación del país.
Hablando en cifras, los volúmenes exportados se multiplicaron por 85 en 22 años. La idea de empezar a exportar se hizo patente cuando surgió la oportunidad de venderle madera a Finlandia. A raíz de una importante compra de equipos que hizo Antel para digitalizar la telefonía uruguaya, se abrió la posibilidad de vender a ese país. Trazando un paralelismo, fue así que la empresa Comurex, a través de su División Maderas de Tile SA, investigó si se podía vender «hielo a los esquimales».
En agosto de 1988, y venciendo el sentido común, los exportadores concretaron el primer negocio. Resultó que un mes antes, en medio del frío y la lluvia, el buque Searider recaló en el puerto de Montevideo y cargó 40.000 metros cúbicos de rolos. Según consignó en aquel entonces el diario El Día, la operación fue de casi un millón de dólares, de los que 200.000 fueron por servicios para fletes, empaques y apoyo en la terminal.
Constituyó un hito que vale la pena rememorar. El Searider comenzó a cargar en julio. Los operadores necesitaron 27 días para ubicar 40.731 metros cúbicos. Empresarios del sector recuerdan que no tenían «ni idea de cómo se hacía la operativa», ya que «no había antecedentes de una carga así».
En ese momento, la comercialización de madera en el mercado interno tenía un carácter informal e inestable y la demanda externa estaba dirigida fundamentalmente a papel y pasta que producía Fanapel. Sin embargo, el Searider abrió los ojos de un sector que empezaba a cosechar los bosques implantados en el marco de la primera ley forestal reglamentada en 1975.
Hablando en cifras, los volúmenes exportados se multiplicaron por 85 en 22 años. En un escenario de demanda creciente, primero dominaron los papeles, luego los rolos, después los chips, los tableros y finalmente la pasta de celulosa.
Con la segunda ley forestal llegó un marco estable para la implantación de bosques y el desarrollo de proyectos productivos impulsados por pioneros uruguayos y por empresas de gran porte del resto del mundo.
Es así que al observar la información estadística se pueden descubrir cinco períodos bien definidos. En un escenario de demanda creciente, primero dominaron los papeles, luego los rolos, después los chips, los tableros y finalmente la pasta de celulosa.
SALTOS DE CALIDAD Y CANTIDAD
En una semana de mayo de 2006, un barco cargado con alrededor de quince mil toneladas de viruta y otros subproductos de la industria maderera partió rumbo a España. La noticia publicada en el diario El País el 28 de mayo no debía sorprender: el país ya tenía encima unas 700 mil hectáreas de montes plantados.
El año pasado el país exportó por 1.250 millones de dólares, equivalente a vender a razón de 2.370 dólares por minuto.
Sin embargo, la noticia pegó fuerte porque desnudaba una debilidad que el país tenía. Resulta que una economía que importaba el 60% de la energía, se daba el lujo de exportar desechos de madera para producir energía a partir de biomasa.
Ese barco que cruzó el Atlántico transportaba materia prima para elaborar pellets, un conglomerado de desechos de la madera con forma de corcho, recomendado como combustible en estufas y calderas de biomasa porque permite ahorrar energía.
Por suerte, las cosas vienen cambiando. Hoy el país tiene destacados generadores de electricidad en base a desperdicios de madera. Quiere decir que, al influjo de la primera planta de celulosa, hoy UPM y otros 7 generadores están produciendo 231,5 megavatios por hora.
Más acá o más allá de vaivenes esperables que derivaron en una profunda crisis, que afectó directamente al Uruguay forestal, se exportó el año pasado por 1.250 millones de dólares, equivalente a vender a razón de 2.370 dólares por minuto.
Quiere decir que el sector forestal representó más del 10% de las ventas totales. Ahora pelea de igual a igual con la carne vacuna y la soja, dos baluartes del Uruguay de hoy. Mirando hacia delante, las fichas están puestas en la forestación, que sostendrá la producción y exportación de la segunda planta de celulosa que entrará en funcionamiento el próximo año.
La puesta en marcha de Montes del Plata, con una capacidad de producción de 1,3 millones de toneladas por año, empujará al país a subir en el ranking de los principales productores mundiales. Según datos de la FAO, en el período 2008-2011, Uruguay se ubicó en el lugar 14, superando a Alemania.
Como suele ocurrir en escenarios de crisis, el panorama futuro es incierto. Lo que está claro es que el próximo año tendrá a otros tres grandes productores de celulosa que entrarán a funcionar en esta parte del mundo: Eldorado (J&F Participacões, Brasil), Montes del Plata (Arauco y Stora Enso, Uruguay) y Maranhão (Suzano, Brasil).
El director gerente de Fitch Ratings, Joe Bormann, explicó en un reporte que las perspectivas para esta parte del mundo no son positivas, ya que los precios sufrirán presiones a la baja. Esto se debe al aporte de alrededor de 4,3 millones de toneladas de las tres plantas mencionadas, a lo que habrá que sumar la inauguración de otra gran industria en Rusia.
Según el informe, al que accedió el Financial Times, en una nota publicada el 17 de octubre de 2012, se espera un incremento de la producción del orden del 10%. Quiere decir que, en condiciones normales, con un crecimiento esperado de entre 3 y 4% anual, el mercado se equilibrará en 2 o 3 años.
Por el lado del sector de tableros y madera aserrada, el panorama tampoco está claro. Todo dependerá de la evolución de la economía mundial, principalmente de un mercado como el de Estados Unidos, que aún sufre una escasa construcción de nuevas viviendas y una caída del poder adquisitivo de su población.
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