Campoflor
  • Lunes 07 de octubre de 2024

Sostenibilidad y compromiso: signos del pasado y presente

Por Jimena Paseyro

«Ser la industria líder en la incorporación de tecnologías y procesos innovadores, que maximiza el uso de los recursos a través de una producción diversificada, contribuye al crecimiento económico y al desarrollo social descentralizado manteniendo la sustentabilidad ambiental». De esta forma fue definida la visión del sector forestal por el Gabinete Productivo en el Plan Sectorial de noviembre de 2011. La preservación del medio ambiente y el interés por crear un buen vínculo con el entorno son solo algunas de las características más sobresalientes a la hora de analizar el aporte de la forestación al medioambiente en estos 25 años.

Tan solo 24 años atrás el Parlamento se aprestaba a analizar y votar la Ley Nº 15.939, que impulsaría un desarrollo sin precedentes de la forestación en Uruguay. Analizar cuál ha sido el aporte del sector al medioambiente en estos años permite constatar que desde el inicio ha existido un fuerte interés por parte de las autoridades y de los productores por minimizar el impacto de la actividad en el entorno y poner en marcha proyectos sostenibles desde el punto de vista económico, ambiental y social.

Los datos son contundentes y están arriba de la mesa. En lo que refiere al aporte ambiental, entre 1990 y 2002 las emisiones totales de dióxido de carbono de Uruguay disminuyeron en casi un 79 por ciento. «Esto se debe fundamentalmente al sostenido crecimiento del sector forestal en este período» explica el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en el Informe Mundial de Desarrollo Humano 2007-2008.

Por otro lado, nadie discute el impacto positivo de la forestación sobre los recursos humanos. Las cifras: en 2010, el personal empleado en el sector forestal alcanzaba los 19.000 trabajadores. El personal ocupado casi se duplicó en los últimos cinco años, lo que demuestra el potencial para generar empleo fundamentalmente en el interior del país.

«Se dice que el sector es exitoso porque se pasó de exportar 15 millones de dólares a 1.500 millones por año. Si bien eso es importante, hay otros indicadores que son muy relevantes, como por ejemplo los puestos de trabajo que se han generado, y hablamos de puestos de trabajo de calidad. Por eso, creo que la Ley Forestal tuvo un gran impacto en la sociedad rural». Pedro Soust, director general Forestal.

Si bien todavía resta precisar aún más la forma en que se mide ese impacto y que se convierta en una práctica extendida en todo el territorio, la voluntad de los actores de la industria permite ser optimista en este sentido. «En estos 25 años se han producido cambios cualitativos y cuantitativos muy importantes en la forestación. Se dice que el sector es exitoso porque se pasó de exportar 15 millones de dólares a 1.500 millones por año. Si bien eso es importante, hay otros indicadores que son muy relevantes, como por ejemplo los puestos de trabajo que se han generado, y hablamos de puestos de trabajo de calidad. Por eso, creo que la Ley Forestal tuvo un gran impacto en la sociedad rural», aseguró a Forestal Pedro Soust, director general Forestal.

Los pueblos del interior aumentaron «en número de habitantes», lo que derivó en un desarrollo mayor de «infraestructuras, mejoras en la salud y en la educación», sostuvo Soust. Agregó, además, que es «fundamental que todo este desarrollo se haya producido con equilibrio y que se haya dado en un marco de inclusión de las personas».

LA CLAVE DEL EQUILIBRIO

Según el Informe mundial sobre desarrollo humano 2007-2008 «Uruguay: El cambio climático aquí y ahora» elaborado por el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD), el país se posiciona como referente respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por sus bajas emisiones netas anuales y la evolución decreciente de estas a lo largo de algo más de 10 años. En 2002, el balance neto de Uruguay era de aproximadamente 5.000 kilotoneladas equivalentes de CO2.

El informe señala que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a lo largo del período 1990- 2002 disminuyeron significativamente. «Esto se debe fundamentalmente al sostenido crecimiento del sector forestal en este período, que captura y secuestra el carbono en la biomasa y reduce por lo tanto las emisiones netas. Como resultado global, se desprende que entre 1990 y 2002 las emisiones totales de CO2, expresadas en kilotoneladas equivalentes de CO2, sufrieron una disminución de casi 79%, debido principalmente a la gran absorción de CO2 por la biomasa leñosa y los suelos», explica el documento.

El director ejecutivo de la empresa Carbosur, Álvaro Pérez del Castillo, dijo a Forestal que «si se hace un balance de gases efectivos en Uruguay, podemos decir que estamos más o menos en equilibrio. Esto es debido a que Uruguay emite mucho, fundamentalmente por la ganadería, y el desarrollo de la forestación es lo que ha permitido evitar que estemos en números rojos. Hoy lo que hace Carbosur es ayudar a las empresas forestales a medir y constatar el beneficio que reportan al país por su actividad». La empresa, fundada en el año 2000 por Daniel Martino, ha desarrollado diversos proyectos de secuestro de carbono en Uruguay para firmas del rubro forestal, que obtienen como contrapartida certificados de carbono.

El titular de la Dirección General Forestal refuerza el concepto planteado por Pérez del Castillo. Señala que «el país contaminaba mucho, sobre todo por el stock ganadero». Y agrega: «Antes para nada se pensaba en el beneficio que causa la forestación al medio ambiente. Hoy por hoy estamos en equilibrio y eso se debe a que tenemos una gran cobertura forestal en el territorio que asciende al 10% de bosques, nativos e implantados».

Con ese 10%, explica Soust, Uruguay «logra contrarrestar toda la contaminación y la emisión que se genera por otro lado». «Por eso recalco que la Ley Forestal le dio al sector un ancla y un rumbo muy preciso y lo que se está haciendo es un ejemplo», agregó el director general Forestal.

«Existen ciertos mitos sobre el impacto de la forestación en el suelo y el agua. El sector tuvo que dar batalla para demostrar que algunas cosas que se estaban diciendo no eran ciertas, y es un debate que no está saldado. Pero estamos muy próximos a tener resultados que demuestren el impacto de la forestación en el entorno. Las cosas hay que probarlas con investigación», puntualizó Soust. Explicó que el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), conjuntamente con la Universidad de la República (UdelaR) y la Universidad de Carolina del Norte están realizando un trabajo que demostrará lo que siempre dijo la Dirección Forestal, que el impacto sobre el suelo y el agua no es nulo pero no es  tampoco el que se dice», puntualiza Soust.

Existen diversas alternativas para reducir emisiones de gases de efecto invernadero. Entre ellas se destacan el uso de fuentes de energía renovable, el desarrollo de tecnologías que permiten una mayor eficiencia de uso de los combustibles fósiles y la decarbonización de la energía. El secuestro de anhídrido carbónico de la atmósfera a través del proceso de fotosíntesis es otro mecanismo reconocido para compensar emisiones de GEI.

«La forestación y los cambios en el uso de la tierra que impliquen un flujo neto de anhídrido carbónico hacia el suelo o productos duraderos son formas sumamente eficaces y económicas de combatir el efecto invernadero. La capacidad de fijación de carbono por bosques naturales no manejados es muy limitada, dado que estos se encuentran normalmente en una situación de equilibrio: la tasa de fotosíntesis es igual a la tasa de respiración y el flujo neto de carbono es cero. Las plantaciones forestales en sitios donde la vegetación es de pradera o donde se practica la agricultura son la alternativa de mayor potencial de secuestro de carbono», explicaba en 2009 Daniel Martino en el artículo «Mercado del Carbono: una oportunidad para Uruguay», publicado por Uruguay Forestal.

Entre 1990 y 2002 las emisiones totales de CO2 sufrieron una disminución de casi 79%, debido principalmente a la gran absorción de CO2 por la biomasa leñosa y los suelos, señala el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

En el área actualmente forestada en Uruguay la remoción de carbono del aire es de cerca de 3 millones de toneladas anuales, cifra que podría multiplicarse por un factor de 3 o 4 si se lograra el aprovechamiento de las áreas que han sido declaradas de prioridad forestal y que aún no han sido plantadas. «Asumiendo un precio de mercado de 25 dólares por tonelada de carbono, el país podría estar generando divisas por más de 200 millones de dólares al año por la venta de certificados de carbono. Ello sería en adición a la comercialización de los productos de la madera a ser obtenidos», sentenciaba Martino al explicar las consecuencias positivas que tiene la medición de la huella de carbono en la forestación.

INCLUIR EL ENTORNO

En 2010, el personal empleado en el sector forestal alcanzaba los 19.000 trabajadores –13.000 vinculados a la silvicultura, 3.500 a la industria de transformación mecánica y 2.500 a la industria de la celulosa–, según un informe sobre el sector forestal publicado por Uruguay XXI en diciembre de 2011. El personal ocupado en el sector forestal casi se duplicó en los últimos cinco años, lo que demuestra el potencial que tiene el sector para generar empleo fundamentalmente en el interior del país.

El responsable comercial de la consultora Advice, Maximiliano Martucci, explicó a Forestal que «este sector ha sido un motor más que importante para el desarrollo de nuestro país, ya que se han concretado inversiones genuinas, de largo aliento y que por sobre todas la cosas han brindado un empleo de calidad para los uruguayos».

Martucci agregó que la forestación contribuyó con el medio rural «al desarrollar una serie de cadenas de proveedores aledañas al negocio de la forestación». «La incidencia de trabajadores en el sector rural, la forestación, y todos los eslabones de su cadena productiva han colaborado con el desarrollo de la población en muchos lugares rurales del país, principalmente en el litoral donde, previo a este desarrollo, encontrabas espacios prácticamente desiertos, compuestos en su mayoría por pequeños productores o grandes productores pero agrícola ganaderos», señaló.

Por su parte, el director general Forestal asegura que el desarrollo del sector trajo aparejada «la competencia de las empresas por la mano de obra y eso mejoró la calidad de los trabajos, la capacitación y los salarios». «La gente a veces ignora las condiciones laborales de los trabajadores forestales y no sabe que cuentan con un baño en condiciones, que deben utilizar un calzado y una indumentaria específica para su tarea por una cuestión de seguridad. Eso se ignora porque tradicionalmente los empleados rurales trabajan en condiciones espantosas. Entonces nosotros vemos que la mayoría de las empresas forestales, gracias a que cuentan con certificaciones internacionales, son un aliado de la Dirección Forestal en este sentido», afirmó Soust.

«Si se realiza un balance de gases efectivos en Uruguay, podemos decir que estamos más o menos en equilibrio. El país emite mucho, fundamentalmente por la ganadería, y el desarrollo de la forestación es lo que ha permitido evitar que estemos en números rojos». Álvaro Pérez del Castillo, director ejecutivo de Carbosur.

El arribo de las empresas forestales al medio rural ha modificado también la cultura de trabajo de los habitantes y los hábitos laborales de las personas. «La gente empezó a tener trabajos e ingresos más estables. Esto les permitió acceder, por ejemplo, a créditos para comprarse una moto o mejorar su vivienda. También ha generado una profesionalización del trabajo. Hay personas a las que les daba lo mismo llegar a las cinco que a las diez de la mañana al trabajo. La formalización ha llevado a que cumplan horarios y respeten las normas de seguridad. Por otro lado, en el campo todavía la idiosincrasia pesa mucho y están acostumbrados al trabajo zafral. Hay mucho trabajo por hacer aún, pero se observan verdaderos cambios en el medio rural desde el desarrollo de la forestación», indicó a Forestal la coordinadora regional del Programa Cardijn, Ana Laura Martínez.

El Programa Cardijn es una asociación civil sin fines de lucro que trabaja para contribuir en la búsqueda de soluciones a los problemas de desocupación, subocupación y a las consecuencias sociales que estas originan. El programa se propone mejorar la calidad de vida de las familias empobrecidas y en situación de riesgo social, a nivel urbano y rural, en las áreas educativa, sanitaria, laboral, recreativa, de vivienda y ambiental.

Desde 1998 la asociación trabaja en el departamento de Tacuarembó, donde se ha vinculado con diversas empresas del sector forestal. «Nuestro objetivo es capacitar a mujeres y jóvenes para que logren insertarse en el mercado laboral de la zona donde viven. Cuando llegamos a Tacuarembó vimos que había muchos productores forestales que en ese momento estaban en la etapa de vivero y necesitaban mano de obra. Nos contactamos con las empresas forestales y nos abrieron las puertas desde el principio», dijo a Forestal la coordinadora Martínez. La coordinadora recordó que empezaron capacitando a 20 jóvenes de entre 18 y 29 años que no trabajaban ni estudiaban. «Además de la capacitación específica, los jóvenes aprenden hábitos de trabajo, que es lo más importante. Sin el apoyo de las empresas forestales no podríamos haber capacitado a tantos jóvenes en estos años», aseguró Martínez. De esa forma, lograron que el 80% de los beneficiarios se insertara en el mercado laboral. «Ya hemos capacitado a 360 jóvenes y mujeres para el sector», precisó la integrante del Programa Cardijn.

«Este sector ha sido un motor más que importante para el desarrollo de nuestro país, ya que se han concretado inversiones genuinas, de largo aliento y que por sobre todas la cosas han brindado un empleo de calidad para los uruguayos». Maximiliano Martucci, responsable comercial de la consultora Advice.

Martínez aseguró, a su vez, que más recientemente tres empresas del sector han solicitado a la asociación su colaboración para poner en marcha acciones de responsabilidad social. «Uno de los proyectos en el que estamos participando consiste en brindar capacitación a docentes de escuelas rurales en temas como medioambiente, y les brindamos herramientas para que puedan transmitir mejor estos conceptos a los niños. También estamos trabajando en un proyecto impulsado por una empresa forestal que permite a 35 adolescentes de una zona muy carenciada de Tacuarembó, donde no hay luz ni agua, acceder a una formación profesional básica. Este es un beneficio para toda la comunidad pues hay que arreglar caminos, solucionar el tema de la luz, mejorar las condiciones de vida de esos chicos. El otro proyecto tiene que ver con la recreación de los jóvenes que viven en una zona rural de Tacuarembó. Allí no existía ningún tipo de actividad recreativa. Ni carrera de caballos, ni kermés, ni baile de campaña, nada. Entonces el proyecto apunta a generar actividades vinculadas al juego, el deporte y el arte».

Descargar versión PDF
sábado 01 de diciembre de 2012